martes, 31 de diciembre de 2013

Una por una 2013 - 2014


Venga, esas uvas virtuales…

La primera, por mi princesa, estaba cantado, ¿verdad?

La segunda, por el padre de mi hija, el hombre al que más quiero en el mundo, mi príncipe.

La tercera, por mis gatitas, mi familia, tan pacientes y cariñosas.

La cuarta, por mis padres.

La quinta, por los demás niños de mis ojos, mis sobrinos.

La sexta, por el resto de mi familia.

La séptima, esta me la tomo a mi salud.

La octava, por los nuevos amigos y las amistades renovadas que me trajo el 2013,

La novena, por los viejos amigos, por los de siempre.

La décima, por mis amigos virtuales, ¡gracias por seguir ahí a pesar de mis ausencias!

La undécima, por ti, mi querido amigo. Tu recuerdo me acompaña siempre. Te quiero. Te echo de menos. Qué putada.

La duodécima, ¡por mi princesa de nuevo! Porque tú eres mi principio y mi fin. Te quiero, mi amor.

¡Feliz 2014!

jueves, 19 de diciembre de 2013

Feliz Navidad


Ayer mi princesa cumplió once meses. ¡Once meses! ¡ONCE MESES! Hace un suspiro era una ranita pequeñita con los ojos cerrados que se pasaba veinte horas al día durmiendo y, ahora, de repente, es un terremoto de insaciable curiosidad y voraz afán explorador. Ya está dando sus primeros pasos, come cosas como lentejas, salmón y mandarinas con fruición, se ríe cuando nos reímos, entiende algunas de las frases que le decimos y no para de charlotear en su lenguaje particular de ruiditos y grititos. ¡Es una minipersonita!

Es alegre, risueña, cariñosa,… Pero tiene su puntito de mala leche, algo que me tranquiliza bastante. Veréis, pensé que, con lo buenina que es, a la pobre la iban a manejar como quisieran. Pero parece que no va a ser así, tiene una peculiar y contundente manera de expresar su disconformidad con determinadas situaciones.

Mi casa se ha convertido en una escombrera, me paso el día sorteando montones de libros, juguetes, trapos, cacharritos,… que ella se dedica a sacar compulsivamente de sus lugares apropiados, rara afición. Me acuesto rendida, a veces mucho más tarde de lo que quisiera, con la sensación de que, a pesar de no haber parado en todo el día, aún me queda mucho por hacer. Lo de ducharse todos los días es un sueño inalcanzable. La ropa me dura limpia unos tres minutos. He desarrollado la peculiar habilidad de hacer un montón de labores con una sola mano (con la otra sostengo a mi hija)… ¡SOY TAN INMENSAMENTE FELIZ!

Sí, FELIZ en mayúsculas. Porque, como solemos decir 7ven y yo, nuestra hija nunca nos va a querer tanto como ahora, estos momentos no vuelven, el tiempo vuela y… ¡los platos sucios pueden esperar a mañana! Jugar con ella, dormir a su lado o simplemente mirarla, ¿puede haber algo mejor?

Mi pequeña princesa, esta será nuestra primera Navidad juntas. Tú no la vas a disfrutar como lo harás durante las próximas, apenas te vas a enterar, pero para mí, gracias a tu presencia, este año será más mágica que nunca. 



Os deseo, queridos amigos, que la magia que me acompaña este año os envuelva durante el próximo y os empuje a luchar por cumplir vuestros sueños. Algunos, si te empeñas, se cumplen. Yo tengo la prueba en forma de besos pegajosos y mordiscos de amor.

¡Feliz Navidad!

jueves, 21 de noviembre de 2013

Primeras Veces: el baño


Este año hemos tenido muchas "primeras veces". ¡Y todavía nos quedan un montón más! Algunas son emocionantes, otras estresantes, dolorosas, divertidas,... Algunas os parecerán banalidades, pero para una mamá (y para un papá), cada "primera vez" es un momento importante, ya sea por la lección que encierran o porque se convierten en pequeños tesoros para guardar en la caja de los recuerdos,...

Seguimos en el primer día de vida de mi pequeña. Una auxiliar entró en la habitación y me dijo: “hoy toca bañar a la bebé”. Yo pensé: “¡vaya, que suerte! A mí todavía no me han dejado…”

-¡Perfecto! –Dije ilusionada.- ¿Cómo lo vamos a hacer? ¿Me traéis vosotras una bañera o tengo que ir a algún sitio?

La auxiliar me miró extrañada:

-¿Pero es que vas a bañarla tú?

¡Pues claro! He de decir que, en un primer momento, la pregunta me molestó. Pensé que le parecía mal que quisiera darle a mi hija su primer baño. Luego, cuando me trajo la bañera, oí que le comentaba a su compañera: “mira no-sé-quién que no para de quejarse y hay que hacérselo todo, y esta, con la cesárea recién hecha, y quiere bañar ella misma a su hija”.

A darle el baño me ayudaron 7ven y sus tíos Carrín y Pollo. Mientras 7ven llenaba la bañera Carrín se encargó de la logística siguiendo mis instrucciones: sacar la ropa, preparar los aperos,… Luego  me ayudaron a levantarme del sillón para apoyarme en la cama elevada. Desvestí a mi pequeña con mucho mimo, aprovechando para llenarla de besitos y acariciar su piel suave. La sumergí en el agua calentita mientras hablaba con ella, contándole lo que estábamos haciendo, procediendo tal y como nos explicó Rosana, la matrona de mi pueblo,  en los cursos de prepapis. Cual cirujana iba pidiendo el instrumental: champú, jabón, toalla, pañal, bodie,… Hasta finalmente tener a mi bebé limpita y abrigada entre mis brazos.

Fue una experiencia muy placentera, a pesar del dolor y la incomodidad, algo que disfrutamos mucho las dos. Y que aún hoy disfrutamos.

Algunas veces se baña sola, otras nos bañamos juntas, la mayoría de los días simplemente nos duchamos, y los sábados vamos juntas a la piscina. ¡Nos encanta el agua! 

lunes, 18 de noviembre de 2013

Las madres lloran


Después de parir pasan muchas cosas en el interior del cuerpo de la mujer. En cuestión de hormonas, yo pensé que estaría preparada después del entrenamiento durante el embarazo… Pero, como en tantas otras cosas, estaba equivocada. Ese torrente de desequilibrio emocional que ahoga las neuronas cual tsunami… Nadie está preparado. Ni propios ni ajenos.

Durante aquellas primeras 24 horas de vida extrauterina de mi hija tuve el peor ataque de emotividad de mi vida. Era un momento de relativa tranquilidad en la habitación del hospital, un momento íntimo de “solo féminas”, con mi hermana y mi sobrina. De repente recordé el momento en que sostuve entre mis brazos por primera vez a mi sobrina, mi Bichobola, la que ha sido para mí casi, casi como una hija. Y recordé lo que pensé: “¿podré querer alguna vez a un bebé más de lo que quiero a este?” Y me puse a llorar. Pero no llorar bien, esas lágrimas silenciosas que ruedan por la mejilla mientras media sonrisa ilumina tu cara… No señor, ¡llanto incontenible con pucheros mil!

Carrín y Bichobola lo fliparon. Y, para tranquilizarlas intenté explicarme… Entre sollozos conseguí contarles mi hilo de pensamiento, tratando de describir el inmenso sentimiento que me embargó al recibir a mi hija, sentimiento que hizo palidecer a aquel del pasado. Consecuencia, las tres llorando. Y, al minuto, las tres riendo entre lágrimas.

Durante más o menos el primer mes seguí sufriendo embarazosos e inesperados episodios de llanto. Esperaba que, con el tiempo, las aguas volvieran a su cauce y mi emotividad se serenase… Es verdad que me he serenado, pero las hormonas post-parto dejan holgura y ahora me emociono con una facilidad asombrosa. Y es que las madres lloran, eso es así.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Las primeras 24 horas FDU (fuera del útero)


¿Dónde nos habíamos quedado? ¡Ah! Sí, en el mágico momento en que por fin podía sostener entre mis brazos a mi pequeña princesa…
Eran cerca de las dos de la mañana. Yo estaba agotada. Agotada y feliz. Estaba rodeada de mi familia: mis padres, mis hermanos, mi cuñada Pati –que es como una hermana más-, 7ven y mi hija. ¡Mi hija! Es de esos momentos que quieres guardar para siempre en la caja de los recuerdos, las personas a las que más quiero a mi alrededor, compartiendo ese instante mágico.
A pesar de la magia del momento, debíamos ser realistas. Aquella iba a ser la tercera noche en el hospital. Yo estaba al borde de la catatonia y sondada, no podía moverme de la cama, y 7ven no había cogido un recién nacido en su vida,… Se veía incapaz de manejar la situación. Así que le pedimos a mi madre que se quedara una noche más, a lo que accedió encantada.
El momento de paz se rompió cuando una horda de auxiliares entró en tropel invitando a mi familia a esperar fuera mientras ellas me “enseñaban” a darle el pecho a la pequeñita. Cuatro muchachas dando instrucciones contradictorias: que si mejor en esta postura; no, mejor en esta otra; cámbiala de pecho; desnúdala para que no se duerma,… Mi niña protestaba ante tanto zarandeo, así que, con buenas maneras, las eché. Ya me apañaría yo, con paciencia, con tranquilidad y con mucho cariño.
Lo conseguí. De este tema ya hablaremos más adelante. ¡Amenazo con monográfico en varias entregas sobre la lactancia materna!
Con mi niña ya alimentada, limpita, dormida… montamos el campamento base y nos dispusimos a tomarnos nuestro merecido descanso... ¡Que no duró nada!
A las seis y media de la mañana la misma horda de auxiliares apareció para “levantarme”. Primero que quitaron la sonda. Vale, perfectamente tolerable. Luego me apretaron la barriga para ver cómo iba la vuelta del útero al tamaño normal. Bueno, eso no tan tolerable. Luego llegó el momento de pasar de la cama al sillón… ¡En mi vida había sentido un dolor tan horrible! Fue tan doloroso que pensé que iba a perder el conocimiento. ¡Fue tan doloroso que 7ven se mareó!
Me dijeron: “a partir de ahora puedes empezar a tomar líquidos, y cuando tengas ganas de hacer pis, te levantas y vas”. ¡Qué fácil así dicho! La primera vez que fui no fui. Me arrastré como si fuese una viejecita de 130 años, encorvada y andando a pasitos cortos y sujetándome la barriga, con mucho dolor y mucho miedo… La segunda vez ya iba un poco menos encorvada, y la tercera,… al final de la tarde había mejorado tanto que no me lo creía… aunque aún me quedaba un largo y duro camino por andar, que esto de la cesárea no es moco de pavo.
Las visitas y las llamadas telefónicas se fueron sucediendo a lo largo del día, pero la anécdota llegó cuando nos quedamos a solas la nueva pequeña gran familia. Yo estaba en la cama, reventada, Lily en la cunita, dormida y 7ven, en el sofá-cama, en estado comatoso, cuando apareció la pediatra. No quería despertar a 7ven, pero no me quedó más remedio, pues la niña se había hecho caca y la pediatra era demasiado importante para cambiar un pañal. Yo seguía muy limitada por el dolor, así que tuvo que encargarse 7ven del tema en cuestión, por primera vez en su vida, y completamente grogui. Desvistió a la niña, le quitó el pañal, empezó a limpiar el plastón pegao,… y, de repente, la niña empezó a hacer caca de nuevo, ¡sobre las sábanas de la cunita! 7ven no sabía qué hacer y la pediatra, impertérrita, miraba sin mover un solo dedo… Hasta que, entre risas y dolores provocados por la risa, le dije:. “Oiga, ¿no le puede echar una mano? ¿No ve que no se apaña y que yo no puedo ayudar?” No creo que le hiciera mucha gracia, pero por lo menos le echó una mano. 
Cuando la pediatra se fue, 7ven estaba todavía más cansado que antes, así que busqué la manera de apañarme para ocuparme de mi bebé y que él pudiera descansar… Y más o menos lo conseguí. Eso sí, a base de soportar mucho dolor. Porque, aunque está muy de moda esto de la cesárea, no deja de ser una raja en la barriga. A mí no me quedó más remedio, pero aún hoy en día me sube la rabia cuando pienso todo lo que me perdí por la puñetera cesárea: los primeros minutos de vida de mi bebé, cuidar de ella su primera noche,…

sábado, 12 de octubre de 2013

De Stephen, con cariño

Año raro este, el más feliz de nuestra vida, pero cargado de pérdidas que ensombrecen nuestro corazón. Estoy desaparecida, mi tiempo es para mi princesa. Como digo muchas veces, ella no siempre va a querer estar a todas horas jugando conmigo, así que tengo que aprovechar,... Tiempo habrá de volver. Mientras, de vez en cuando, os dejo alguna pincelada... Esta de hoy no es de mi cosecha, son las palabras de dolor de Stephen por la pérdida de una persona importante en su vida a la que yo no tuve la suerte de conocer:

Ayer a las 9:00 abrí la página de marca.com y me encontré con el siguiente titular:

Las pulsaciones de mi corazón se me dispararon más rápido de lo que aceleraba tu coche en cualquiera de tus carreras. No me lo podía creer, tuve que leerlo varias veces para asegurarme de que lo había leído bien. En un intento estúpido por mi parte abrí la página de as.com con la esperanza de que hubiese habido algún error. Titular parecido, resultado parecido. Creo que por unos pequeños momentos el oxígeno no  llegó a mis pulmones y mi circulación sanguínea se paró. Helado, inmóvil, sin poder hacer ni pensar nada. Cuando por fin pude reaccionar lo primero que pasó por mi cabeza fue algo así como “No puede ser, es imposible” 24 horas después me sigue pareciendo mentira, un chiste macabro, una errata garrafal ¿cómo puede ser que hayas terminado así? ¿Cómo puede ser que hayas muerto por causa natural? No me lo explico, aunque no sé si mi cerebro no se lo explica o es la rabia, el dolor y la impotencia la que no me deja entenderlo.

     Hacía tiempo que habíamos perdido el contacto. Eso no quita para que el dolor al saber de tu pérdida sea grande. Yo me fui del colegio a los 14 años, aunque siempre intenté mantener el contacto con la gente que había formado una parte importante de mi vida hasta entonces. Procuraba ver a la gente por lo menos una vez al año, para así ponernos al día y no perder lo que tantos años nos habían aportado. Contigo no fue diferente, pero si es cierto que poco a poco nos fuimos distanciando. Eso sí, recuerdo perfectamente las dos últimas veces que hablamos, y cuando digo esto me refiero al hablar de verdad, viéndote cara a cara o bien oyendo tu voz y no estas cosas de hoy en día de mails, whatsapp o cualquiera de las nuevas formas de comunicación. La primera fue por teléfono, hará hace unos 10 años. Te llamé para comentarte  que estábamos organizando una quedada de antiguos compis. Te hizo mucha ilusión, corrijo ¡¡nos hizo muchísima ilusión!! Mi llamada. Lo primero que hiciste fue agradecerme que me acordara de ti y que te tuviera en cuenta. Así eras tú, ante todo agradecida y educada. “¡¡¡hombre María, como me iba a olvidar de ti!!” Estuvimos un buen rato hablando, contándonos nuestras cosas, cómo nos iba todo, cómo iban de encaminados los sueños que sabíamos el uno del otro, riéndonos recordando nuestros tiempos de críos en el cole… finalmente me dijiste que lo sentías enormemente pero no podías ir ya que ya estabas literalmente corriendo de aquí para allá. Pero, eso sí, me dijiste que repartiera besos y abrazos a doquier de tu parte. La segunda fue un día hace unos 8 años que fui al circuito del Jarama a ver unas carreras varias. Cuál fue mi sorpresa cuando en el programa vi que en una de las carreras corría alguien llamado “M. de Villota” me dio un vuelco al corazón porque tenía claro que tenías que ser tú. Tendrías que haberme visto en la grada cuando de repente me puse como un loco a animarte, la gente alrededor lo flipaba porque vieron la transformación de una persona normal en una especie de hooligan del motor. Al acabar tu carrera me acerqué lo máximo posible a la zona de boxes y cuando los guardias de seguridad me pararon les expliqué que era amigo tuyo, que te quería dar una sorpresa, que nos iba a hacer mucha ilsuión…. Supongo que por ser una carrera “menor” (quiero decir que no es la Formula 1, que ahí ya puedes ser el primo de Alonso que si no tienes pase ni de coña te dejan pasar) me dejaron pasar y cuando me viste soltaste una mezcla de grito y risa. Luego nos dimos un gran abrazo. Hablamos mínimamente porque tú tenías lío con lo de las carreras, me suena que tenías una segunda tanda más adelante. Dijimos de ver si algún día podríamos quedar y vernos más tranquilamente. Nos dimos un pequeño abrazo de despedida. Ese fue el último, esa fue la última vez que te vi, el día del que habíamos hablado por lo que fuera nunca llegó….

Da igual el tiempo que haya pasado, te tengo un gran cariño. Me siento afortunado por haberte conocido y por haber compartido un montón de cosas contigo. Te podrás haber ido, pero te aseguro que los recuerdos permanecen conmigo. Eras una chica maravillosa, alegre, optimista, luchadora, agradecida, por supuesto deportista, llena de vitalidad, inteligente y buena estudiante, una gran compañera. En fin eras una de esas personas que merecen la pena conocer y que dejan huella en las personas que te han conocido. Tengo muy claro que esto que digo lo compartirán todos los que te han conocido y tengo igual de claro que esas personas se sentirán afortunadas de haber compartido en algún momento y de alguna manera su vida contigo.

Muchos recuerdos. Lo que más nos unía era el deporte ya que no llegamos a compartir clase como tal (solo las de inglés cuando nos separaron por niveles) pero en el deporte encontramos el uno en el otro alguien igual de “chiflado” por competir. Compartimos muchas horas de entrenamientos, sobretodo de atletismo con esas series que nos metía Takel Berry y que nos obligaba ir a ritmo hombro con hombro. De lo mejor de entrenar a mediodía era que luego comíamos con los mayores y estábamos algo menos controlados y podíamos incluso elegir plato. Ahí nos sentábamos y comíamos juntos y charlábamos de lo que fuera, normalmente de baloncesto o de formula 1. De aquella no era un deporte muy seguido en España y menos por chavalines de nuestra edad, pero a mí ya me gustaban los duelos Senna-Prost y sobre todo Nigel Mansell, siendo yo británico no podía ser de otra forma!! Ahí encontraste en mí alguien con quien hablar de las carreras del fin de semana, y yo encontré en ti a alguien que me podía contar alguna cosa más de la Fórmula 1 desde dentro. Flipaste cuando te enseñé una colección de cromos super cutre que tenía de coches de Fórmula 1, y más aún cuando te enseñé uno de tu padre. Recuerdo que te di una página de recuerdo, a día de hoy sigo teniendo esa “colección” y se puede apreciar la hoja arrancada. Me produce una gran sonrisa ver esa hoja que falta.

Los dos éramos unos competidores natos, queríamos ganar siempre pero en esto teníamos una diferencia tremenda. Paradojas de la vida, yo, el británico, competía con fuego latino dentro de mí. Quería arrasar al contrario, si podía ganar de 50 puntos mejor que mejor, no paraba de dar lo máximo de mí hasta que se acaba la competición que fuera. Sin embargo tú eras la española con hielo nórdico dentro de ti. Eras mucho más elegante que yo y mucho mejor persona, no buscabas machacar o incluso humillar al rival, simplemente ganar. Con eso te bastaba, si corrías te valía con ganar por un segundo, yo sin embargo no paraba hasta intentar sacar 10 segundos al rival. Eras una ganadora nata, pero como en todo en tu vida, con mucha clase, elegancia y siempre pensando en el prójimo. Eso sí, una cosa que teníamos en común es que éramos grandes compañeros de equipo, siempre apoyando y animando a nuestros compañeros. No tengo datos para saberlo, pero seguro que si algún compañero de equipo de tu carrera profesional como piloto pudiera decirnos cómo eras como compañera diría algo parecido a lo que estoy diciendo.

  Eras muy grande María, prueba de ello es la gran cantidad de mensajes de compañeros del colegio que te han dedicado unas palabras a raíz de tu muerte, y eso a pesar de todos los años que han pasado desde nuestros tiempos en el cole. Sin duda dejaste huella en muchos de nosotros.

  Hoy me he enterado que hace un mes diste el pregón en las fiestas patronales de mi pueblo. Justamente ese fin de semana me fui a Inglaterra para hacer la presentación a la familia de la pequeña que tuve hace 8 meses, esa que me ha hecho sonreír después de entristecerme tanto, esa que ha secado mis lágrimas simplemente con abrazarme. En fin, si me llego a enterar hace 3 días que estuviste en mi pueblo dando el pregón me habría dado una rabia tremenda no haber estado, pero hoy no puedo casi ni explicar lo que siento. Me duele no haber podido aprovechar esa oportunidad para vernos, contarnos nuestras cosas de nuevo, haberte preguntado cómo te ibas encontrando, decirte que a pesar de la falta de contacto nos seguías importando a muchos y que de vez en cuando pensábamos en ti  y para habernos dado un último abrazo. Me habría encantado que fuera así y no el que nos dimos hace unos 8 años…

Me alegra enormemente que hayas disfrutado de tu corta vida haciendo algo que te llenaba. Me alegra enormemente haberte podido conocer, transmitías mucho y muy bueno. Me alegro mucho de tener 4, 5 o incluso más, buenos puñados de grandes recuerdos junto a ti. Gracias por todos esos buenos momentos. Gracias por lo que has transmitido a todo el mundo en los últimos años y especialmente en el último año. Lo que no te voy a agradecer es la prisa que te has dado por irte, maldita cabezota, siempre corriendo y buscando la vuelta rápida. Dejas mucho bueno aquí, entre otras, una casi perpetua sonrisa cargada de optimismo. Para los que no te conocieron, que sepan que esa sonrisa no es de ahora, esa sonrisa llena de luz ya la tenía María desde pequeñita. Una sonrisa preciosa y sin duda especial Te mando todos esos besos y abrazos que un día me dijiste que repartiera. Ten por seguro que todos a los que se los di hoy te los mandan a ti.


Con mucho cariño, tu compi loco de los deportes. Stephen

lunes, 26 de agosto de 2013

From Madrid with love

Querido Willi:

Hace muchos años predije tu futuro: con lo buenazo que eres, estaba convencida de que una zorra interesada que nos caería fatal te echaría el guante y te alejaría de nosotros.  Me equivoqué… Es verdad que te alejas de nosotros, ¡poniendo todo un océano de por medio! Pero …

La verdad, nunca tuviste madera de España, menos aún desde tu experiencia DJ-London.

¡Ay, nuestro Willi se nos va a hacer las américas! Quién te ha visto y quién te ve… Mira que nos has dado quebraderos de cabeza,… Y un día, de repente, conoces a la mujer de tus sueños y la vida te cambia por completo.

Parece que Meli está puesta en el mundo para ti. Y que tú estás en el mundo para ella. Sí, suena a tópico, pero estáis hechos el uno para el otro. Y, aunque ella es la causa de tu huida hacia delante, aunque una parte de mi profecía se cumpla, repito: me equivoqué. Nos gusta Meli, nos encanta, queremos a Meli, adoramos a Meli. Porque te hace feliz, sí, pero también por ella misma. Porque es dulce y cariñosa, porque cuando estáis juntos os envuelve una corriente de amor casi palpable. Porque es buena, valiente, alegre, vital -siempre y cuando no sean más de las diez de la noche o la hora de la siesta-, … Y porque sí, porque a los amigos se les quiere sin cuestionarse el porqué.

De nuevo a la aventura, Willi. Te vamos a echar de menos. Tus meteduras de pata, tus llamadas a horas intempestivas, tus visitas al pueblo, tus masajes,…

Me decías hace poco que te gustaba vernos tan felices en esta nueva etapa de nuestra vida. Sí, somos muy felices, quédate tranquilo. Algún día me lo podrás decir tú, seguro. Porque te deseo esa felicidad y toda la del mundo.

Eso sí, hazte fuerte. Sigue comiendo biscuits y bebiendo water  con la T bien marcada. Donde fueres haz lo que vieres, sí: aprende a haber buenas barbacoas, conduce un coche automático, come pavo por Navidad,… Pero mantente firme, que estos yankies son muy simpáticos pero no saben hablar inglés, ;)

Dear Meli,

We are gonna miss you!

Ever since you entered our lives I knew I was going to like you. And I DO like you, I really do. I know this adventure is going to be hard, you both leave behind a whole life in Madrid, but I think being near your family is going to be worth it, for sure.
It’s impossible not to cry, of course, but this is not the end. You are coming back on holidays, we are going to visit you, and we’ll keep in touch, Internet brings us closer. 

And if you don´t feel like if you are at home over there, you can always come back!! I will be waiting for you with a tortilla de patata con curry –as long as you bring the dessert, of course-.
Queridos Sweetties,

Os deseamos lo mejor en esta nueva aventura. Os vamos a echar de menos. Os dejáis un trocito de corazón y os lleváis un pedacito del nuestro. Os queremos. Good luck!

P.D.: Habitación de invitados!!!!

domingo, 23 de junio de 2013

La REVELACION

Ya os comenté lo poquito que nos atraían a 7ven y a mí los recién nacidos. Igual a mí un poco más, siempre me han inspirado mucha ternura. Me gustaba la idea de acunarlos, achucharlos un poquito,… ¿Y luego, qué? Pues un rollo, pensaba yo. Porque, ¿qué hacen los recién nacidos? Nada. Comer, dormir y llorar.

Niñeros, de siempre. Los dos. Cada uno a su manera. Pero eso de un bebé tan pequeño… Hasta que nació nuestra princesa.

Los dos fuimos víctimas de un flechazo. Os cuento cómo lo viví yo, que imagino que se parece mucho a lo que sintió 7ven. Fue algo instantáneo, salvaje. Sentí crecer en mí un amor fiero, abrasador, un instinto de protección como nunca había imaginado… Y, de repente, sentí cómo el suelo se abría a mis pies. Tuve la revelación: por más que me quiera mi hija, nunca su amor se acercará al que siento yo por ella.

Como madre fue un descubrimiento doloroso. Como hija, reverencial.

Igual, algún día, en un futuro muy lejano, mi hija decide ser madre, lo es y sufre su propia revelación. Ese día por fin sabrá cuánto la quiero.

Mientra tanto, ¡qué diablos! ¡A disfrutar de este amor loco todo lo que pueda!


viernes, 14 de junio de 2013

Historia de un alumbramiento IV: un accidentado final feliz

*Es una entrada larguísima, vosotros lo habéis querido.

-¡Nada! Quince minutitos se tarda… Y la madre, una hora en reanimación y a la habitación.

Así nos lo vendieron. A la  media hora de estar esperando en un claustrofóbico cuarto sin ventanas 7ven mandó un mensaje a mi madre y a Carrín, que se habían quedado en la habitación: “no desesperéis, esto va para largo, ni han empezado”.

Después de eso apareció el anestesista, un tipo extrañísimo que nos dio muy mala espina. Hablaba como se movía, a cámara lenta. El chiste, claro, no faltó, ¡estaba destinado a su profesión! No me gustó, no nos gustó. Ni un pelo (como su cabeza).

A la hora, ¡por fin! Me metieron en el quirófano. Imagino que todos los que habéis pasado por un quirófano recordáis lo desagradable que es estar en pelotas delante de tanta gente. Pues ahora imaginad: yo sentada al borde de la camilla con la puñetera bata de hospital resbalándose todo el rato mientras un celador me sujetaba de los hombros inmovilizándome para que me pusieran el catéter para la epidural. Él, pudoroso, se empeñaba en subirme la bata, pero resbalaba una y otra vez… Al final me dio la risa, claro. Esperpéntico. Y, a todo esto, el anestesista de los huevos protestando porque no tuviera puesto el catéter.

Luego me tumbaron en la camilla-crucifixión, tan fina que si me despisto me pego un morrazo. Vías por aquí, monitores por allá, una pantalla de papel que parecía un mantel desechable de restaurante de carretera,… Y de repente noto algo extraño.
-Se me están durmiendo los brazos.
-No puede ser –responde el anestesista.
¡Pero qué puta manía tienen los médicos con el dichoso “no puede ser”! No es la primera vez que lo sufro, pero sí la más grave.
-Oiga, que sí puede ser y es…
Y él, ni caso.

A los pocos minutos me empezó a resultar dificultoso respirar y se lo comuniqué con calma.
-Eso es que estás nerviosa, tranquilízate.
Imaginaos lo tranquila que se queda una cuando el médico de turno no le hace ni puto caso. Respirar era cada vez más chungo y me empecé a sentir muy atontada, hasta el punto que se me pasó por la cabeza una reflexión estúpida: joder, con lo que me ha costado esta nena y me voy a morir sin conocerla.

En esas elucubraciones estaba cuando el anestesista me sacudió.
-…Eh? -Estaba muy atontada.
- Que qué te estoy haciendo – debía llevar un rato preguntándome.
- No lo sé…- Levanté la cabeza y vi con espanto que me estaba frotando con fuerza el pecho, justo bajo la clavícula, ¡y yo no notaba nada! Si ya le decía yo, que se me estaban durmiendo los brazos, que no podía respirar,…

Por fin me hizo caso: oxígeno, cambio de inclinación de la camilla,… Luego, el muy hdp le dijo a 7ven (-que no se lo creyó, me conoce bien-) que me había puesto un poquito nerviosa, ¡jajajaja! El que se puso nervioso es él.

Aun así siguió haciendo comentarios de los suyos:
-No puedo tragar
-Si puedes respirar puedes tragar. -¡Ole sus huevos!

Pero, olvidemos por el momento al cafre este… Yo oía en la lejanía de mi atontamiento a los médicos. Uno dijo algo así como “vaya niño” y pensé: “¡anda, es un niño! Y todo este tiempo pensando que era una niña…” Pero, al momento, tras oír unos lloros muy enérgicos, levantaron a mi bebé por encima del mantel de papel para que la viera y me dijeron: aquí tienes a tu hija.
No puedo describir lo que sentí en ese momento. Era una cosa feíta, con la cara amoratada y llena de restos pegajosos, un montón de pelo sucio pegado a la piel y gesto de rana, que me enamoró. Pensé: “no pasa nada si es feuchina, para mí siempre será mi princesa”.

Enseguida me la quitaron de la vista y yo no hacía más que preguntar por ella: quería verla, quería tocarla,… Al cabo de lo que me pareció una eternidad me la trajeron de nuevo envuelta como un tamalito para que la viese antes de que la llevaran con su padre, mientras a mí me cosían.

Sabiendo que estaba bien, que estaba con 7ven, toda la tensión acumulada aquellos días se evaporó y me entró un sopor tremendo.

Del quirófano me llevaron a reanimación, pero antes pude ver a 7ven y a mi niña. Estaban esperándome a la salida del quirófano. Yo quería tocar a mi hija, cogerla, besarla,… pero el efecto de la anestesia se iba pasando y me temblaba el cuerpo incontroladamente. Una enfermera me la acercó y la emoción me colapsó: ¡Es tan bonita! Era preciosa, perfecta,… ¿Cómo había podido pensar que era fea? ¡Si era la cosa más linda que había visto en mi vida! Entre lágrimas me aparté de un manotazo la mascarilla y le di un besito en la nariz. En una hora estaría otra vez con ella… ¡Ilusa de mí!

Los astros se conjuraron contra mí y hasta pasadas tres horas no me llevaron de nuevo a mi habitación, donde esperaba toda mi familia disfrutando de mi pequeñaja. Una operación de apendicitis de urgencia y una enfermera que no se enteró de que mi alta estaba firmada. Y todo ello aderezado con una nueva discusión con el anestesista:

-Tengo frío.
-No, estás temblando.
-Ya sé que estoy temblando, pero también tengo frío.
-No, estás temblando –¡Mheeee, conversación entrando en bucle!

Menos mal que el celador se apiadó de mí y me enchufó un aparato de aire caliente por debajo de la sábana.

La máquina que me tomaba la tensión cada tres minutos porque daba error no me dejaba descansar bien pero me medio adormilé mientras el efecto de la anestesia daba paso al tremendo dolor. Aunque había perdido la noción del tiempo llegó un momento en que comencé a impacientarme. Quería estar con los míos, quería sostener a mi niña, lo necesitaba,… Empecé a calentarle los cascos a la enfermera para que hiciera lo necesario. Cuando por fin solventaron sus problemas de comunicación el anestesista (de nuevo) y la enfermera, ella se me acercó y me dijo:
-¿Cómo te encuentras, te duele?
-Sí.
-Te voy a dar un calmante, cuando empiece a hacer efecto te llevan a la habitación.
A los treinta segundos la llamé:
-Ya no me duele.
-Eso lo dices para que te saquemos de aquí.
-No, de verdad que ya estoy mucho mejor. -Mentira cochina, pero me daba igual.
Ella sonrió indulgente y llamó a los celadores.

¡Vaya cracks! Entre dos me llevaron y no pudieron evitar golpear la cama contra toda puerta, esquina y recodo del camino. Cada golpe venía acompañado de una sacudida de dolor que, en mi delirio de cansancio y ansiedad, me cuidé muy mucho de disimular, no fuera  a ser que me devolvieran a reanimación. Por fin llegábamos a la habitación… Vi a mi madre, al resto de mi familia, todos querían hablarme, preguntarme, abrazarme,… Yo solo quería que me dieran a mi niña…

No soy capaz de recordar con claridad ese momento, solo recuerdo la sensación de paz, de trabajo terminado, de alivio,… y de AMOR. ¡Es tan bonita…! repetía una y otra vez… Y lo sigo repitiendo.


lunes, 10 de junio de 2013

Historia de un alumbramiento III: risas y llanto

Después de un “sabroso” desayuno apareció la matrona, algo más calmada (-imagino que trabajar de noche produce ese efecto, a la mañana siguiente tienes tanto sueño que pierdes fuelle-) para ponerme una nueva vía y despedirse, ¡¡bravo!!

Cuando llegó la nueva matrona la habitación se llenó de luz. María, inolvidable. ¡Con qué claridad lo explicaba todo! ¡Qué mimo ponía en las exploraciones! Simpática, cercana, cariñosa,… Estábamos encantados.

Me enchufaron la oxitocina y poco a poco empecé a notar las contracciones. Al principio no eran dolorosas, y cuando empezó a doler era algo soportable. Yo paseaba, me sentaba, me tumbaba, ¡hasta bailaba! Había llevado mi propia música, un variado de lo más ecléctico, lo que había escuchado durante el embarazo.

María volvió al rato y, a ritmo de November Rain, me rompió la bolsa. En ese instante supe que no me había equivocado insistiendo en que me ingresaran. Mi hija ya tenía el intestino maduro y, como apuntillo mi madre, se había cagado en su madre. Eso, a medio plazo, hubiera supuesto sufrimiento fetal. Respiré tranquila, había tomado la decisión correcta.

A partir de ese momento empezó el show. Cada vez que me reía, y, creedme, me estaba riendo mucho, un chorro de líquido amniótico se escurría entre mis piernas sin que pudiera hacer nada, ¡aggggg! Y claro, más risas. Y mi madre persiguiéndome, cámara en mano, haciéndome toda clase de fotos comprometidas, ¡hasta haciendo pis! Sí, con dos vías, la monitorización y las bombas de medicación, la verdad es que era digno de ver.

Poco a poco las contracciones fueron aumentando en intensidad y el dolor ya no era tan soportable, pero, aun así, no quería saber nada de la epidural. Sin anestesia podía estar de pie y pasear, algo que podía ayudar a acelerar el parto.

Alrededor de las ocho de la tarde me exploraron de nuevo. Solo había dilatado un centímetro y la oxitocina estaba a tope, así que vino la ginecóloga a verme para decirme lo que tanto temía yo: lo más recomendable era hacer una cesárea.


¡Cómo lloré! Estaba agotada y dolorida, con un desarreglo hormonal tremendo, y todo lo que había planeado para mi parto de desmoronaba ante mí… Pero no quedaba otra, era lo mejor. Así que, sobre las nueve y media de la noche, me llevaron , junto con Stephen, a la zona de quirófanos.

lunes, 3 de junio de 2013

Historia de un alumbramiento II: el primer día en el hospital.

El jueves por la mañana recibimos la visita de la primera de las tres matronas que me atendieron, no recuerdo su nombre. Nos explicó el plan: ese día me pondrían un medicamento hormonal en el cuello del útero para ver si así se desencadenaba el parto. Si no bastaba con eso, al día siguiente me pondrían el goteo de oxitocina para provocar las contracciones y ver si así se desencadenaba el parto.

Me esperaba un día muy largo, vestida con la humillante bata abierta por detrás y  conectada, por un lado, a la vía que me suministraba la medicina para controlar la hipertensión y,  por otro, al cinturón de monitorización para vigilar las contracciones uterinas y el latido del corazón del bebé. ¡Y para colmo malcomiendo! Porque, si la comida de hospital no es para tirar cohetes, imaginaos lo que es la de dieta sin sal.

Ahí estaba yo, saboreando las fantásticas galletas de arena del desayuno, cuando apareció mi hermana, Carrín, cargada de globos y ricas viandas: jamón ibérico, lomo, chorizo, pan, chocolate,… Para el después… ¡Pero si quedaba una infinidad para el después! Por lo menos disfruté jugueteando con los globos…

Las horas pasaban y aquello no parecía funcionar. Llegó la hora de la comida incomible con el postre más horroroso que he probado en mi vida, la merienda de panecillos sin sal, la insulsa cena,… Reconozco que le di algún tiento al chocolate, una de mis mayores debilidades durante el embarazo, ¡me moría de hambre y ganas! Dormitamos, reímos, charlamos,…

Por la noche me atendió una nueva matrona, una que no me gustó nada. Estaba aceleradísima y me hablaba de malas maneras. Me hizo mucho daño con la exploración y le tuve que llamar la atención cuando quiso echar a mi madre. ¡Pero, por favor, que mi madre me ha visto en los peores momentos de mi vida, no me daba ningún pudor que viera cómo la bruta esa metía su manaza en mi mismísimo! Me informó, como si fuera culpa mía, de que el tratamiento hormonal había fracasado, así que, por la mañana me pondrían el goteo.


Así acababa el primer día de ingreso, con un deje de desesperanza, algo de nervios, fabricando paciencia para nosotros y para todos los esperaban las buena nuevas teléfono en mano…

martes, 28 de mayo de 2013

Historia de un alumbramiento I: el ingreso.

Hacia el final del embarazo ocurrió algo inesperado: me subió la tensión. ¿Por qué? Pues porque a algunas embarazadas les pasa. Y a mí me tocó. A unas les toca aguantar náuseas y mareos y a mí me tocó la hipertensión.

Y eso no era nada bueno, ni para la bebé ni para mí. Para más información, googueleen, que no nos vamos a meter en rollos médicos ahora.

La cosa es que la matrona me tenía controladísima: tomas de tensión diarias, dieta sin sal, caminar una hora al día, vida tranquila,… Pero me dijo una cosa que me dejó fría: si te tiene que subir, te subirá, no hay nada que podamos hacer. ¡Cuánta razón! A pesar de todos los cuidados, a diez días de salir de cuentas mi tensión superó los límites seguros.

Eran las ocho de la tarde del 16 de enero. Yo acababa de llegar a casa después de la última sesión del curso preparto y procedí a tomarme la tensión. Lo repetí hasta tres veces con intervalos de 10 minutos, como me habían enseñado. La cosa no pintaba bien. Además, tenía otros pequeños síntomas: presión en la cabeza, visión de “moscas”, algo más de hinchazón,… Le dejé una nota a 7ven para que me llamara cuando llegara a casa –la cosa no era tan urgente como para tener que salir corriendo- y me bajé a mi última reunión de vecinos como presidenta (de paja, porque todo el curro lo ha llevado mi vecina de piso, ¡qué maja!).

Cuando 7ven llegó a casa y leyó la nota le entraron ganas de darme una colleja. Que tenía que haberle llamado, que si estoy loca, que si blablabla,… Entre risas organizamos lo poco que quedaba por organizar, avisamos a mi madre (-mamá, ¿te apetece que nos vayamos de excursión al hospital?- La pobre la estaba en la cama.), cenamos, me duché tranquilamente y nos pusimos en marcha.

En urgencias nuevas tomas de tensión, análisis, monitorización, exploración, rostros circunspectos,… La doctora nos llamó para darnos los resultados. Que me marchara a casa y pidiera cita con mi ginecóloga para que ella decidiera si me tenían que provocar el parto. ¿Cómo? Mi matrona, que me resulta bastante más fiable que esa doctora imberbe que no conocía de nada y que parecía más estar lavándose las manos que otra cosa, me dejó muy claro que con esa tensión lo más seguro era provocar el parto. Le expuse mis temores a la muchacha. ¿Qué tensión tengo que tener para volver a urgencias? Ante su respuesta, me quedé atónita. ¡Pero si me acaban de tomar la tensión y está por encima de esos valores! De repente, cambió de parecer. Algo así como “el que paga manda”. Que tengo razón, que no es descabellada la idea de provocar el parto, que puede ser peligroso,… Resultado final: ingreso.


Y allí nos encontrábamos, a las dos de la mañana, en la habitación del hospital, mi madre, 7ven y yo, dispuestos a pasar la primera de muchas noches. 

sábado, 18 de mayo de 2013

Bienvenidos a La Mecedora


Diga 33 ha sido un blog desafortunado. Con casi dos años de andadura el número de entradas no llega a sesenta, y no por pereza o dejadez. Al poco de comenzar, mi vida sufrió un, llamémoslo “giro inesperado”, que me mantuvo lejos del teclado durante meses. A ese giro  le siguieron otros momentos duros que ahora mismo no tienen cabida, pero que supusieron nuevos largos periodos en blanco. Y, cuando por fin parecía que iba recuperar algo de ritmo, ¡llegó a mi vida la GRAN REVOLUCIÓN! Mi princesa, mi Lily. Ahora el tiempo tiene un nuevo significado. Ahora lo mido en pañales, siestas, tetadas y sonrisas. Sus sonrisas y las mías.

Todo ha cambiado. Mi rutina, mi perspectiva, mis relaciones, mi forma de pensar,…Y esa corriente de cambio necesariamente tenía que soplar por estos lares. Los días del diario de una opositora que una vez soñó con ser médico llegan a su fin para dar paso a un nuevo diario, el diario de una mamá que es mucho más que eso, pero mamá por encima de todo lo demás. Bienvenidos a La Mecedora.

¿Que qué es La Mecedora? Poco a poco lo iremos descubriendo juntos. Una pista: hoy mi princesa cumple cuatro meses. ¡Feliz cumplemés, mi vida!

martes, 19 de marzo de 2013

Na-na, life goes on


Soy afortunada. En muchos aspectos, sí. Pero estos días me siento afortunada por ser la mamá de la-cosa-más-bonita-del-mundo. La miro y mi corazón se llena de paz, y el nudo en la garganta parece más fácil de tragar.

También soy afortunada por vivir un momento de mínimas exigencias. La única con la que debo cumplir es mi niña. Y ella solo me exige teta y amor. Nada de volver de golpe a una realidad donde nadie entiende que tu ritmo es diferente, que necesitas tiempo, quizás un abrazo, un respiro de vez en cuando,…

Ayer mi bebé cumplió dos meses. ¡Está enorme! Y preciosa. Ya sonríe. Me quiere. Yo la adoro. Pienso en Andrés y se me encoge el corazón. La miro y duele menos. La miro y el mundo me parece un lugar mucho mejor.

Somos afortunadas. Nos tenemos la una a la otra y, además, tenemos a nuestro lado al mejor hombre del mundo, que nos cuida y nos quiere, nos mima, nos protege, nos deja que lo mimemos y lo protejamos,… Somos una familia afortunada.

Feliz día del Padre, 7ven, Feliz día del Padre, papá, Happy Father’s Day, dad.

domingo, 17 de marzo de 2013

Carta a un amigo - Por Stephen


Hola Andrés, te escribo esto con muchas horas de insomnio acumuladas, así que te pido disculpas por adelantado por el posible caos. Antes de nada ¿cómo estás? Me tranquiliza saber que después de años de lucha, por fin descansas, lejos del dolor, lejos de todas las incomodidades que te ha producido el puto cáncer, especialmente estos últimos meses.

  En cuanto a nosotros… después de media vida siendo amigos no tiene sentido engañarte, además aunque lo intentase no creo que lo consiguiese porque sabías “leerme” muy bien. Estamos jodidos, muy jodidos. Vir y yo tenemos la suerte de que Lily es una cura penas, pero el resto de la gente no tiene la misma suerte. Amar siempre implica dolor, además es una relación directamente proporcional (lo siento, ya me sale la vena matemática). Y tú te has hecho querer mucho, muchísimo diría yo en la mayoría de los casos de la gente que ha tenido la gran suerte de conocerte. Y por tanto el grado de dolor que dejas es enorme.

   En mi caso, cuando no recurro a nuestra pequeña para aliviarme, me pasan dos cosas: o bien no paro de llorar al saber que ya no te volveré a ver, o bien me creo que sigues en esa dichosa habitación, aislado y luchando, porque hay muchos momentos en los que no acabo de creérmelo. No puedo creerme que ya no vaya a oír tu guitarra y tu voz. Tu armónica. Que ya no vaya a haber más “¡Qué pasa Andrew McCarthy!”, “¡Qué pasa Stiwen!” Que se acabaron las cañas para ti. Que ya no vayamos a tener más conversaciones absurdas al más puro estilo Faemino y Cansado. Son tantas cosas…. Y es que eres un canalla. Nos has hecho creer a todo el mundo que salías de esta, que por muy duro que fuese, no podrían contigo. Jamás hubiésemos pensado es este final. Estoy convencido de que en muchísimos momentos ni siquiera los médicos lo pensaron. Parecía imposible que un tío con la vitalidad, optimismo y capacidad de lucha que tenías tú, fuese a perder contra el cáncer. Sinceramente creo que si tú no pudiste, casi nadie, por no decir nadie, en tu misma situación habría podido. Sin embargo a Vir y a mí se nos cayó el alma a los pies cuando fuimos a verte hace un mes y nos dijiste: “Ya no puedo más” Ahí fue la primera vez que contemplamos como una posibilidad real el que te pudieses morir. Y nos invadió la rabia y la impotencia de no poder hacer nada por evitar lo que finalmente pasó. Lo único que podíamos hacer desde la distancia, porque ya sabes que nuestra situación no nos permitía mucho más, era intentar animarte con nuestras pequeñas chorradas. Si con ellas, al menos conseguimos que sonrieras un poco, nos damos por satisfechos. Vir te había preparado un collage impreso, te lo íbamos a mandar con alguna tontería escrita por detrás a modo de postal, y ya habíamos pensado en la siguiente. Te íbamos a hacer algo relacionado con el “Trollex” ¡qué chiste tan bueno! Sin duda será el chiste al que más cariño tendré siempre. Pero me temo que llegamos tarde, y ya nunca podrás verlo. Pero sí Lore, tu asturiana. A ella se lo daremos, porque la finalidad no era animarte solo a ti, sino a ella también.

   Hablando de Lore, te lo dije el martes, pero no sé si podías oírme, así que te lo digo ahora. Vamos a cuidar mucho de ella, sabes que la queremos muchísimo y que es mucho más que simplemente “la novia de Andrés” Vino contigo, y aunque tú te hayas ido, ella se queda con nosotros porque hace mucho que forma parte de nuestra vida. Y en cuanto al martes, te dije una serie de cosas que no se si llegaste a oir. Por si acaso te repito alguna. Estamos MUY orgullosos de ti, de como eres y de todo lo que nos has enseñado en tu vida en general, pero sobretodo estos últimos años. Esa alegría que nos transmitías, cuando tenías motivos de sobra para estar hundido. Ese optimismo contagioso, estar contigo producía buen rollo. Esa capacidad de sufrimiento y de lucha, que nos demostró que en esta vida hay que pelear hasta el final por nuestros sueños y por las cosas que más queremos. En fin, como ya te dije en su día en la presentación del libro de Vir, ORGULLOSOS por ser como eres.

   También te dije alguna broma, como comprenderás no podía despedirme de ti sin hacerlo, siempre lo pasamos bien juntos y nos gustaba reír juntos, y en los últimos minutos que íbamos a tener no iban a ser menos. Varios de nuestros amigos no pudieron pasar a verte, yo sé que por supuesto no se lo tienes en cuenta, y si fue así no es más que otra prueba de todo lo que te querían ¿te das cuenta de lo mucho que te quería tantísima gente? Eso demuestra lo especial que has sido.

   En mi caso, me encantó pasar a verte, hablarte, acariciarte, besarte. Hubiese querido quedarme mucho más tiempo abrazado a ti, pero no pasa nada porque cada vez que quiero abrazo los muchos recuerdos que tengo contigo. Ya sabes que siempre os habéis reído, y a la vez habéis disfrutado, de mi capacidad para recordar anécdotas, y cosas que nos han pasado a todo el grupo. No lo hago aposta Andrew, simplemente por algún motivo se me quedan. Lo que si voy a hacer aposta es grabar a fuego todos los recuerdos que tengo junto a ti. No quiero perder ni uno solo ¡y fíjate si habrá en los cerca de 20 años siendo amigos!

   Pero te he de reconocer que los que guardo con más cariño son los últimos, los que vivimos en soledad o en pequeños grupos, como cuando estábamos los cuatro juntos ¡qué bien lo pasábamos! ¿Verdad? Habríamos disfrutado un montón cuando salieses, y más con Beatriz, nuestra Lily, tu Pancinawer….Como te decía esos momentos de tu y yo solos les tengo un cariño tremendo, los guardo como un tesoro. Ya habíamos vivido muchos momentos alocados y de fiesta a lo largo de nuestras vidas, pero esos momentos tranquilos en los que hablábamos de todo, son la leche. Creo Andrés, que de manera inconsciente, quise vivir a tope esos momentos por  si pasaba lo que ha pasado. Inolvidables cosas como el día que nos fuimos en busca de la casa abandonada de William Wulff, o cuando vimos la final de la Eurocopa tú y yo solos e hicimos de todo menos ver el partido. Nos reímos, tiramos por la tan frecuente en nosotros vía del humor absurdo, hablamos del futuro, de tus planes, de nosotros cuatro y de lo que haríamos cuando fuésemos cinco. Recuerdo que al descanso salimos al patio (por si no te acuerdas lo vimos en la casa de Torrejón del “Gay”, esa en la que pudimos ver al mejor Mark Lenders de la historia) y nos preguntaron los pocos que estaban fuera “¿cómo va el partido?” y no teníamos ni idea pero aun así nos volvimos a “ver” la segunda parte en esos incomodísimos sofás. Otro gran momento fue cuando estando ingresado te llevamos de regalo la máquina de hacer palomitas. Nos alegramos de que pudieses disfrutarla, aunque fuese poco. Y siempre recordaremos tu cara de sorpresa y de felicidad. Además ese fue el último día que te vimos tocar la guitarra y cantar. Por supuesto que no nos olvidamos de la última tarde-noche que pasamos los cuatro juntos antes de que te ingresasen. Lástima que Vir estuviese embarazadísima porque si no, nos habríamos quedado hasta que tu cuerpo hubiese aguantado. Y otro gran recuerdo de los cuatro juntos es aquel día de verano que pasamos en casa de tu madre ¡la de planes que se nos ocurrieron para hacer cuando estuvieses bien! Y como olvidarme de la genial mañana que pasamos en el hospital. No te lo llegué a decir nunca, pero ir a la mañana siguiente de llamarme para pedírmelo me era un marrón porque tenía un huevo de cosas que hacer, pero me dio igual, no quise desaprovechar la oportunidad de estar contigo ¡y qué bien que hice! Esa partida al “Smallworld”… Hay algo que no te perdonaré nunca, y es que te hayas ido siendo el campeón del juego y no me hayas dado la oportunidad de la revancha, eso no se hace. Ese día me tuve que ir por el puto trabajo, pero sabes que me hubiese encantado quedarme todo el día. Me dio mucha rabia irme y dejarte con esa pena que me transmitiste, de veras que lo siento.

    Y por supuesto el último día que te vimos. Te encontramos fatal pero quisimos darte una bonita sorpresa llevándote a nuestra Lily, tu Pancinawer. Nos consta que te gustó y por supuesto sabemos que te hubiese gustado encontrarte mejor para haber podido acercarte al cristal, pero bueno nos produce mucha alegría el saber que por lo menos la pudiste conocer.

   Todos estos momentos, y los que no desarrollo por no alargarme más de la cuenta (como el día que nos invitasteis a vuestra antigua casa, cuando os llevamos a casa de tu madre, porque maldito cabezota, estando como estabas, querías ir en transporte público, el día que conocimos a Lore….) son un verdadero tesoro y haré todo lo posible por no olvidarlos nunca.

   Lo que será imposible de olvidar será a ti. Eso ten por seguro que nunca pasará. Como dijo Vir ayer en el acto de incineración, que por cierto leyó algo que había escrito el miércoles con alguna cosa que le sugerimos, como habías pedido, de parte de los amigos. Le echó muchas narices porque no era fácil leer lo que leyó en un día como el de ayer. Y lo hizo fenomenal, y mantuvo el tipo estupendamente ¿Te imaginas que lo hubiese leído yo, cuando monté la que monté el día de la presentación de Vir al hablar de ti? ¡Seguro que me habría llevado por lo menos una hora! La verdad es que habría sido de coña. Bueno a lo que iba, va a ser imposible olvidarte por lo que fuiste y por lo que hemos vivido juntos, pero es que además has dejado una serie de cosas que automáticamente asociamos a ti. Nuestro amigo Horatio, Mary Poppins- la Lady Gaga de los años 50- el Sprite ¡con un 25% más! Cada vez que coma palomitas me acordaré de ti. Cada vez que tome tarta de manzana, sobretodo si es la de Pablo, me acordaré de ti. Cada vez que vea una peli de catástrofes mala (como ya hablamos alguna vez ¿acaso hay alguna buena?) o vea alguna anunciada de tu querida Jenifer Anniston, me acordaré de ti. Nunca me gustó especialmente la serie “Erase una vez” pero desde el martes le tengo un cariño especial. Y así con un sinfín de cosas. Al principio será horrible porque cada una de esas cosas nos producirá dolor y también ganas de llorar, pero luego será maravilloso porque con el tiempo, cuando asumamos que no pudo ser- cosa que va a costar porque no es fácil asumir que un tío como tú se haya ido con 34 años- lo que nos producirá es alegría ¿te puedes hacer a una idea lo maravilloso que va a ser que un montón de cosas cotidianas nos arranque una sonrisa? Va a ser muy gracioso, cuando estando en la caja del Super, se me ponga una sonrisa al ver el Sprite, y lo más divertido es que nadie lo entenderá. Será como volver a echarse unas risas contigo.

   Una de las cosas buenas con las que me quedo de estos últimos 3 días, es haber podido conocer a tu familia asturiana. Y digo bien al llamarlos tu familia porque me han transmitido todo el amor que sentían por ti. Como no podía ser de otra manera, a ellos también les enamoraste. Está claro que nos hubiese gustado conocerles como habíamos hablado varias veces, en Tineo los cinco juntos. De nuevo otro sueño truncado, otro plan que no se ha podido llevar a cabo. Esto no es justo Andrés, no hay derecho la que os ha jugado la vida a Lore y a ti, a tu madre y a tu hermana, a tus amigos que tanto te queríamos. Es una puta mierda y me invade la rabia y me dan ganas de gritar ¿Por qué a ti? Alguien con tantas inquietudes, con tanta vitalidad y optimismo, que no dejó de sonreírle a la vida. Un apasionado de la vida. No es justo Andrés, y me da igual lo que me digan. Es una cabronada. Te quedaban muchas etapas que vivir, muchos planes con tu Lore que llevar a cabo. No nos engañemos, seguramente no habrías sido muy longevo, pero ¿qué podrías haber vivido? ¿15 o 20 años? Seguro que tú los habrías vivido como 120 Pero tal y como ha sido…. Así no….

    Llevo horas escribiendo y la cabeza me da vueltas. Me voy a ir despidiendo. Una de las últimas cosas que quiero decirte es que por supuesto que Pancinawer sabrá quien fuiste y cuando le hablemos de ti, evidentemente no le vamos a mentir y le diremos algo así como: “Andrew McCarthy, como le llamaba tu papá, fue una de las mejores personas que tu papá conoció. Era alguien que tenía luz propia y que contagiaba de alegría a los que tenía a su alrededor. Era alguien muy especial, y que seguro, seguro te habría querido un montón y habría jugado mucho contigo” No dudes ni por un momento que le hablaremos de ti, y de lo maravilloso que fuiste.

   Solo me queda una cosa, y es darte las GRACIAS. Por todos los buenos momentos, por encontrar la manera de apoyarnos y animarnos en nuestros momentos más difíciles cuando tú ya tenías lo tuyo. Gracias por recordarnos eso que tantas veces hemos oído y que muy pocos llevan a la práctica. Carpe Diem. Gracias por enseñarme con tu ejemplo el verdadero significado de lo que es ser valiente, que no es aquel que no siente miedo, no me cabe duda de que tú lo sentiste, sino aquel que mira al miedo de frente y lucha contra él con todas sus fuerzas, a veces como en tu caso, hasta el final. Y sobretodo gracias por todos los años de amistad.

   Te echamos de menos. Te echaremos de menos siempre, pero al final sonreiremos. Danos tiempo.

   Parafraseando a Joel, ese al que un día despediste, te quiero hasta el cielo y sin huequitos.

     Stephen, o como te gustaba a ti Stiwen.

   PD: se me olvidaban un par de cosas, alguna vez surgirá hablarle de ti a nuestro otro sobri, al que pusiste otro de tus geniales motes- “Naughty Corner” Y lo segundo siempre te reíste de mi por pasar del teléfono fijo al mundo internauta sin pasar por el móvil. Como sabes, desde hace un par de años tengo uno, aunque ningún amigo tiene mi número. Contigo voy a hacer una excepción y cuando puedas y te apetezca me llamas y hablamos en modo “Party Line” que tanta gracia te hacía. El número es 644…

   PDD: Jaja Vir me acaba de decir que ya tenías mi número, resulta que te lo dio la mañana que fui para estar contigo en el hospital. Tenías tantas ganas de que llegase que querías saber cuanto me quedaba. Pues te tengo que pedir un favor, mantén la exclusividad y no se lo des a nadie ¿vale? ;-) Un beso muy fuerte de Matt para Mortadelo.

     

miércoles, 13 de marzo de 2013

Arroz quemao

Hoy tengo que hacerlo, tengo que escribir. Andreco, joder,... La última vez que nos vimos (el uno al otro, digo, porque ayer tú no me veías, ni siquiera sé si me oías) me dijiste que no podías más, y yo te respondí que no te quedaban más cojones que poder. Ahora me doy de bruces contra mi respuesta. Sí que te quedaba otra...

Nos dejas a todos los que te queremos, que somos muchos, un vacío muy grande, pero también un montón de sonrisas en forma de recuerdos. No podré volver a ver CSI Miami sin acordarme de ti. Cada peli mala de la Aniston me recordará a ti. Incluso si veo Mary Poppins, tu Lady Gaga de los años cincuenta, recordaré tus sabias palabras: el auténtico protagonista es el deshollinador. El Barça, Boy George, las palomitas, Mark Lenders, el Sprite, Mortadelo,....

El ¿Te importa si meo?, el ¡despedido!, el "cuentan los cuentos", el "trollex",...

Tú y tu guitarra, tú y tu armónica, tú y tu cerveza, tú y tu asturiana.

Gracias, Andrew. Por tu vitalidad, tu optimismo desbordante, tu fuerza, tus ganas de vivir, tu lección de lucha. Gracias por todos esos inolvidables momentos.

Ya lo dijo Stephen, entre lágrimas de emoción por saberte sano, aquella mágica tarde de junio de 2009. Y lo dijo mejor que nadie: También quiero aprovechar la oportunidad para hacer un agradecimiento especial a uno de vosotros. Ya se que hoy me toca hablar de Vir, pero tengo una excusa para referirme a esta persona y es que esta persona últimamente ha tenido motivos para pasarlo muy mal. Tengo una segunda excusa y es que esta persona, a pesar de todos esos motivos, no ha dejado de sonreirle a la vida y nos ha enseñado que se puede ser alguien tremendamente alegre y vital incluso en los momentos más difíciles. Así que a ti no pretendo darte las gracias por haber venido hoy aquí, como he hecho con el resto, sino que lo que quiero es darte las gracias por el regalo que nos haces cada día siendo como eres. Muchas gracias, Andrés.

Te quiero. Ya te echo de menos.

Me queda tu voz... Te bebo con mucha frecuencia...

jueves, 7 de febrero de 2013

De aniversarios y ausencias prolongadas


Ahora mismo estoy escribiendo a una mano mientras con la otra sujeto a mi pequeña que comistrajea y dormita junto a mi pecho. Soy feliz, inmensamente feliz. Hoy, además, es un día especial, el día en que 7ven y yo cumplimos catorce años juntos. Y lo estamos celebrando a lo grande: cuidando de nuestra princesa.

Esto de la maternidad es una experiencia que no se puede trasmitir con palabras. Yo imaginaba los primeros meses como un sacrificio constante, rozando lo desagradable. Porque, ¿qué gracia puede tener un bebé que no hace más que comer y dormir?

Pero todo aquello quedó en  el olvido en el momento en que me enseñaron a mi niña recién sacada del útero y berreando, sucia y morada. Fue un flechazo, amor incondicional y desinteresado. Y, veinte días después, sigo profundamente enamorada de ella.

Al padre le pasó y le pasa lo mismo. Nuestra vida ha cambiado radicalmente, no tenemos mucho tiempo para nosotros, y en determinados momentos es muy estresante, pero tendríais que vernos… Es mirar a nuestra HIJA  y nos iluminamos.

Gracias, 7ven, por todos los momentos maravillosos que me has regalado, por estar a mi lado y por este regalo, ahora sé que todo lo pasado tiene su sentido. Te quiero, os quiero, sois lo más importante de mi vida.

*Queridos lectores, evidentemente mi pequeña me mantiene alejada del mundo virtual. Apenas tengo tiempo de leeros y mucho menos de escribir. Esta cosita tan pequeña ocupa mucho espacio y mucho tiempo, y yo disfruto de cada segundo que me roba. Esto quiere decir que imagino que estaré ausente o semiausente de la esfera bloguera durante un buen montón de meses. Tenéis mi correo para cualquier cosa, besitos a todos. ¡Volveré!

jueves, 10 de enero de 2013

El último mes


Hola amigos, ¿qué tal esas fiestas? Yo he debido comer demasiado, porque tengo un barrigón…. J Vaaaale, en serio, han sido unas fiestas distintas, tranquilas, emotivas, con sus momentos para todo, hasta para echar unas buenas lágrimas.

En cuanto al embarazo, entrando en su fase finalísima, a menos de tres semanas de salir de cuentas, ¡qué nervios y qué ganas! Y qué hartura.

Porque, si el embarazo en general no es ese mundo idílico que te venden las revistas, no os podéis imaginar lo pesado que es el último mes.

Hoy me he cortado las uñas de los pies. Ha sido todo un ejercicio acrobático del que estoy orgullosísima y se lo he contado a todo el que me ha querido escuchar. Es increíble lo limitante que puede llegar a ser llevar en tu barriga una media de cinco kilos en modo compacto. Por no hablar de todo lo demás…

Mis manos han doblado su tamaño, tengo la cara deformada (por primera vez en mi vida tengo los labios carnosos, lo que estaría genial si no se me despellejasen de la tensión), mis tobillos tienden a desaparecer, parezco un tentetieso cada vez que ando (y mis amigos, que son majísimos todos ellos, me imitan y se ríen de mí), tomo pastillas para el ardor como si fueran caramelitos, si estorurnudo, toso o me río demasiado me meo encima, y si no también, mi espalda es una contractura toda ella,… Y podría seguir, porque es un no parar.

En cuanto a mi hija, ha dejado de ser mi princesita, mi amor, mi cielo, mi vida,… para convertirse en “el octavo pasajero”. Eso no son patadas, parece que quiere salir de mí atravesando útero y barriga. Lleva dos días sin parar de removerse, no debe de ser muy  confortable estar tan comprimida, pero ¿qué culpa tengo yo? Ahora le ha dado por jugar a la pelota con mi vejiga. Casi prefería cuando se dedicaba a jugar a la comba con mis intestinos.

Ya se me ha olvidado lo que es dormir más de dos horas seguidas. Si no son los dolores es que tengo que hacer urgentemente tres gotas de pis, o que la pequeña quiere juerga (jugamos a “tú me das una patada y yo te aprieto el pie”, ¡le encanta!) Por ahí dicen que esta fase es una especie de preparación para lo que se te viene encima después, pero yo casi preferiría llegar a esa fase sin tanta preparación.

Es una de las cosas, junto con la cerveza, que más echo de menos, ¡dormir una noche entera del tirón! Y, por desgracia, voy a tener que esperar bastante para disfrutar de ambas.

Peeeero… ¡Estoy feliz! Cada día me acerca al momento de sostenerla entre mis brazos, algo que pensé que nunca llegaría. Si me da un patadón protesto, pero en el fondo estoy encantada de sentir que es absolutamente real.

Claro que pienso en el parto con algo de miedo, pero mis nervios tienen más que ver con las ganas de ver su carita, de besar su nariz respingona, de morder sus deditos de los pies,… ¡Qué ganas!