miércoles, 8 de junio de 2011

Pequeñas miserias

Un joven de treinta y pocos. Superó un cáncer que se ha vuelto a reproducir. Vuelta a empezar.
Una mujer de unos cincuenta años. También superó un cáncer. Ahora saben que tiene otro, pero no dónde está ni cómo localizarlo. Mientras tanto la metástasis evoluciona a pasos de gigante.
Otra mujer, madre de cuatro hijos, otra más que superó un cáncer. La hepatitis la está matando y deber someterse a un trasplante. Pero los tiempos protocolares lo impiden. Le quedan por lo menos tres años de espera.
Una familia destrozada por la marcha temprana de unos de sus miembros. Recién estrenada la sexta decena, en apenas cuatro días, muere. Justo el día de la boda de su hija.
Cada uno tenemos nuestras propias miserias, esos casos que nos rodean, nos tocan,  y nos quitan un poquito la ilusión. Pero es que la vida es así, una puta caja de sorpresas, y cuando menos te lo esperas te pasa eso que nunca crees a ti te pueda pasar.
¿Qué nos queda? ¿Sobreponernos? ¿Cambiar el plan? ¿Aceptarlo? Pues sí, supongo que sí. Nadie dijo que fuera fácil.
*Nota: una circunstancia sorpresa (no, en mi caso no es cáncer ni ninguna enfermedad grave) me tiene apartada de la esfera bloguera. Paso por vuestras casas de vez en cuando, leo y, si tengo ganas (que, para qué engañarnos, suele ser que no), dejo un comentario. No sé cuánto durará, si un día, una semana, un mes o un año. No tengo respuestas, solo la sensación de querer que el tiempo pase lo más deprisa posible. Volveré.

jueves, 2 de junio de 2011

La rueda

La tele de la salita, esa que utilizábamos básicamente para jugar a la play, se volvió loca. Bueno, siempre estuvo bastante loca, pero había llegado al punto de absoluto descontrol. Vamos, se convirtió en una tele inútil. No era motivo de preocupación, la verdad. Con una, hasta con ninguna, tenemos de sobra.

Dhalsim publicó en su muro de FB. Se deshacía de una tele de "culo gordo", si alguno la quería... Pensamos, "pues mira, así sustituimos a la loca". 

Pero... esta tele, que ya ha pasado por varias manos amigas, es más grande que la nuestra, y no cabe en el hueco de la estantería que me curré para tal fin. Así que, después de romperme la cabeza unos cuantos días, decidí reestructurar la salita. Ahí empezó todo...

Total, que llevo diez días desquiciantes moviendo muebles, cambiando armarios, estanterías, tirando y tirando, ordenando, colocando, limpiando a fondo,... Y parece que nunca voy a acabar. Porque, cada vez que me meto en algo nuevo, se me ocurren tres millones de ideas nuevas y, ya que estoy metida en faena, ¿por qué no? 

Mi vida se reduce a trabajar en el curro-trabajar en casa. Y claro, eso acaba con mi inspiración. Para escribir en el blog, digo, porque mi cabeza bulle llena de planes. Estoy contenta, está quedando todo muy bonito, limpio, ordenado y mucho más lógico y útil, pero igual eso hace esté un poquito desconectada.

Veo la luz al final del túnel...