martes, 28 de mayo de 2013

Historia de un alumbramiento I: el ingreso.

Hacia el final del embarazo ocurrió algo inesperado: me subió la tensión. ¿Por qué? Pues porque a algunas embarazadas les pasa. Y a mí me tocó. A unas les toca aguantar náuseas y mareos y a mí me tocó la hipertensión.

Y eso no era nada bueno, ni para la bebé ni para mí. Para más información, googueleen, que no nos vamos a meter en rollos médicos ahora.

La cosa es que la matrona me tenía controladísima: tomas de tensión diarias, dieta sin sal, caminar una hora al día, vida tranquila,… Pero me dijo una cosa que me dejó fría: si te tiene que subir, te subirá, no hay nada que podamos hacer. ¡Cuánta razón! A pesar de todos los cuidados, a diez días de salir de cuentas mi tensión superó los límites seguros.

Eran las ocho de la tarde del 16 de enero. Yo acababa de llegar a casa después de la última sesión del curso preparto y procedí a tomarme la tensión. Lo repetí hasta tres veces con intervalos de 10 minutos, como me habían enseñado. La cosa no pintaba bien. Además, tenía otros pequeños síntomas: presión en la cabeza, visión de “moscas”, algo más de hinchazón,… Le dejé una nota a 7ven para que me llamara cuando llegara a casa –la cosa no era tan urgente como para tener que salir corriendo- y me bajé a mi última reunión de vecinos como presidenta (de paja, porque todo el curro lo ha llevado mi vecina de piso, ¡qué maja!).

Cuando 7ven llegó a casa y leyó la nota le entraron ganas de darme una colleja. Que tenía que haberle llamado, que si estoy loca, que si blablabla,… Entre risas organizamos lo poco que quedaba por organizar, avisamos a mi madre (-mamá, ¿te apetece que nos vayamos de excursión al hospital?- La pobre la estaba en la cama.), cenamos, me duché tranquilamente y nos pusimos en marcha.

En urgencias nuevas tomas de tensión, análisis, monitorización, exploración, rostros circunspectos,… La doctora nos llamó para darnos los resultados. Que me marchara a casa y pidiera cita con mi ginecóloga para que ella decidiera si me tenían que provocar el parto. ¿Cómo? Mi matrona, que me resulta bastante más fiable que esa doctora imberbe que no conocía de nada y que parecía más estar lavándose las manos que otra cosa, me dejó muy claro que con esa tensión lo más seguro era provocar el parto. Le expuse mis temores a la muchacha. ¿Qué tensión tengo que tener para volver a urgencias? Ante su respuesta, me quedé atónita. ¡Pero si me acaban de tomar la tensión y está por encima de esos valores! De repente, cambió de parecer. Algo así como “el que paga manda”. Que tengo razón, que no es descabellada la idea de provocar el parto, que puede ser peligroso,… Resultado final: ingreso.


Y allí nos encontrábamos, a las dos de la mañana, en la habitación del hospital, mi madre, 7ven y yo, dispuestos a pasar la primera de muchas noches. 

sábado, 18 de mayo de 2013

Bienvenidos a La Mecedora


Diga 33 ha sido un blog desafortunado. Con casi dos años de andadura el número de entradas no llega a sesenta, y no por pereza o dejadez. Al poco de comenzar, mi vida sufrió un, llamémoslo “giro inesperado”, que me mantuvo lejos del teclado durante meses. A ese giro  le siguieron otros momentos duros que ahora mismo no tienen cabida, pero que supusieron nuevos largos periodos en blanco. Y, cuando por fin parecía que iba recuperar algo de ritmo, ¡llegó a mi vida la GRAN REVOLUCIÓN! Mi princesa, mi Lily. Ahora el tiempo tiene un nuevo significado. Ahora lo mido en pañales, siestas, tetadas y sonrisas. Sus sonrisas y las mías.

Todo ha cambiado. Mi rutina, mi perspectiva, mis relaciones, mi forma de pensar,…Y esa corriente de cambio necesariamente tenía que soplar por estos lares. Los días del diario de una opositora que una vez soñó con ser médico llegan a su fin para dar paso a un nuevo diario, el diario de una mamá que es mucho más que eso, pero mamá por encima de todo lo demás. Bienvenidos a La Mecedora.

¿Que qué es La Mecedora? Poco a poco lo iremos descubriendo juntos. Una pista: hoy mi princesa cumple cuatro meses. ¡Feliz cumplemés, mi vida!