jueves, 21 de noviembre de 2013

Primeras Veces: el baño


Este año hemos tenido muchas "primeras veces". ¡Y todavía nos quedan un montón más! Algunas son emocionantes, otras estresantes, dolorosas, divertidas,... Algunas os parecerán banalidades, pero para una mamá (y para un papá), cada "primera vez" es un momento importante, ya sea por la lección que encierran o porque se convierten en pequeños tesoros para guardar en la caja de los recuerdos,...

Seguimos en el primer día de vida de mi pequeña. Una auxiliar entró en la habitación y me dijo: “hoy toca bañar a la bebé”. Yo pensé: “¡vaya, que suerte! A mí todavía no me han dejado…”

-¡Perfecto! –Dije ilusionada.- ¿Cómo lo vamos a hacer? ¿Me traéis vosotras una bañera o tengo que ir a algún sitio?

La auxiliar me miró extrañada:

-¿Pero es que vas a bañarla tú?

¡Pues claro! He de decir que, en un primer momento, la pregunta me molestó. Pensé que le parecía mal que quisiera darle a mi hija su primer baño. Luego, cuando me trajo la bañera, oí que le comentaba a su compañera: “mira no-sé-quién que no para de quejarse y hay que hacérselo todo, y esta, con la cesárea recién hecha, y quiere bañar ella misma a su hija”.

A darle el baño me ayudaron 7ven y sus tíos Carrín y Pollo. Mientras 7ven llenaba la bañera Carrín se encargó de la logística siguiendo mis instrucciones: sacar la ropa, preparar los aperos,… Luego  me ayudaron a levantarme del sillón para apoyarme en la cama elevada. Desvestí a mi pequeña con mucho mimo, aprovechando para llenarla de besitos y acariciar su piel suave. La sumergí en el agua calentita mientras hablaba con ella, contándole lo que estábamos haciendo, procediendo tal y como nos explicó Rosana, la matrona de mi pueblo,  en los cursos de prepapis. Cual cirujana iba pidiendo el instrumental: champú, jabón, toalla, pañal, bodie,… Hasta finalmente tener a mi bebé limpita y abrigada entre mis brazos.

Fue una experiencia muy placentera, a pesar del dolor y la incomodidad, algo que disfrutamos mucho las dos. Y que aún hoy disfrutamos.

Algunas veces se baña sola, otras nos bañamos juntas, la mayoría de los días simplemente nos duchamos, y los sábados vamos juntas a la piscina. ¡Nos encanta el agua! 

lunes, 18 de noviembre de 2013

Las madres lloran


Después de parir pasan muchas cosas en el interior del cuerpo de la mujer. En cuestión de hormonas, yo pensé que estaría preparada después del entrenamiento durante el embarazo… Pero, como en tantas otras cosas, estaba equivocada. Ese torrente de desequilibrio emocional que ahoga las neuronas cual tsunami… Nadie está preparado. Ni propios ni ajenos.

Durante aquellas primeras 24 horas de vida extrauterina de mi hija tuve el peor ataque de emotividad de mi vida. Era un momento de relativa tranquilidad en la habitación del hospital, un momento íntimo de “solo féminas”, con mi hermana y mi sobrina. De repente recordé el momento en que sostuve entre mis brazos por primera vez a mi sobrina, mi Bichobola, la que ha sido para mí casi, casi como una hija. Y recordé lo que pensé: “¿podré querer alguna vez a un bebé más de lo que quiero a este?” Y me puse a llorar. Pero no llorar bien, esas lágrimas silenciosas que ruedan por la mejilla mientras media sonrisa ilumina tu cara… No señor, ¡llanto incontenible con pucheros mil!

Carrín y Bichobola lo fliparon. Y, para tranquilizarlas intenté explicarme… Entre sollozos conseguí contarles mi hilo de pensamiento, tratando de describir el inmenso sentimiento que me embargó al recibir a mi hija, sentimiento que hizo palidecer a aquel del pasado. Consecuencia, las tres llorando. Y, al minuto, las tres riendo entre lágrimas.

Durante más o menos el primer mes seguí sufriendo embarazosos e inesperados episodios de llanto. Esperaba que, con el tiempo, las aguas volvieran a su cauce y mi emotividad se serenase… Es verdad que me he serenado, pero las hormonas post-parto dejan holgura y ahora me emociono con una facilidad asombrosa. Y es que las madres lloran, eso es así.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Las primeras 24 horas FDU (fuera del útero)


¿Dónde nos habíamos quedado? ¡Ah! Sí, en el mágico momento en que por fin podía sostener entre mis brazos a mi pequeña princesa…
Eran cerca de las dos de la mañana. Yo estaba agotada. Agotada y feliz. Estaba rodeada de mi familia: mis padres, mis hermanos, mi cuñada Pati –que es como una hermana más-, 7ven y mi hija. ¡Mi hija! Es de esos momentos que quieres guardar para siempre en la caja de los recuerdos, las personas a las que más quiero a mi alrededor, compartiendo ese instante mágico.
A pesar de la magia del momento, debíamos ser realistas. Aquella iba a ser la tercera noche en el hospital. Yo estaba al borde de la catatonia y sondada, no podía moverme de la cama, y 7ven no había cogido un recién nacido en su vida,… Se veía incapaz de manejar la situación. Así que le pedimos a mi madre que se quedara una noche más, a lo que accedió encantada.
El momento de paz se rompió cuando una horda de auxiliares entró en tropel invitando a mi familia a esperar fuera mientras ellas me “enseñaban” a darle el pecho a la pequeñita. Cuatro muchachas dando instrucciones contradictorias: que si mejor en esta postura; no, mejor en esta otra; cámbiala de pecho; desnúdala para que no se duerma,… Mi niña protestaba ante tanto zarandeo, así que, con buenas maneras, las eché. Ya me apañaría yo, con paciencia, con tranquilidad y con mucho cariño.
Lo conseguí. De este tema ya hablaremos más adelante. ¡Amenazo con monográfico en varias entregas sobre la lactancia materna!
Con mi niña ya alimentada, limpita, dormida… montamos el campamento base y nos dispusimos a tomarnos nuestro merecido descanso... ¡Que no duró nada!
A las seis y media de la mañana la misma horda de auxiliares apareció para “levantarme”. Primero que quitaron la sonda. Vale, perfectamente tolerable. Luego me apretaron la barriga para ver cómo iba la vuelta del útero al tamaño normal. Bueno, eso no tan tolerable. Luego llegó el momento de pasar de la cama al sillón… ¡En mi vida había sentido un dolor tan horrible! Fue tan doloroso que pensé que iba a perder el conocimiento. ¡Fue tan doloroso que 7ven se mareó!
Me dijeron: “a partir de ahora puedes empezar a tomar líquidos, y cuando tengas ganas de hacer pis, te levantas y vas”. ¡Qué fácil así dicho! La primera vez que fui no fui. Me arrastré como si fuese una viejecita de 130 años, encorvada y andando a pasitos cortos y sujetándome la barriga, con mucho dolor y mucho miedo… La segunda vez ya iba un poco menos encorvada, y la tercera,… al final de la tarde había mejorado tanto que no me lo creía… aunque aún me quedaba un largo y duro camino por andar, que esto de la cesárea no es moco de pavo.
Las visitas y las llamadas telefónicas se fueron sucediendo a lo largo del día, pero la anécdota llegó cuando nos quedamos a solas la nueva pequeña gran familia. Yo estaba en la cama, reventada, Lily en la cunita, dormida y 7ven, en el sofá-cama, en estado comatoso, cuando apareció la pediatra. No quería despertar a 7ven, pero no me quedó más remedio, pues la niña se había hecho caca y la pediatra era demasiado importante para cambiar un pañal. Yo seguía muy limitada por el dolor, así que tuvo que encargarse 7ven del tema en cuestión, por primera vez en su vida, y completamente grogui. Desvistió a la niña, le quitó el pañal, empezó a limpiar el plastón pegao,… y, de repente, la niña empezó a hacer caca de nuevo, ¡sobre las sábanas de la cunita! 7ven no sabía qué hacer y la pediatra, impertérrita, miraba sin mover un solo dedo… Hasta que, entre risas y dolores provocados por la risa, le dije:. “Oiga, ¿no le puede echar una mano? ¿No ve que no se apaña y que yo no puedo ayudar?” No creo que le hiciera mucha gracia, pero por lo menos le echó una mano. 
Cuando la pediatra se fue, 7ven estaba todavía más cansado que antes, así que busqué la manera de apañarme para ocuparme de mi bebé y que él pudiera descansar… Y más o menos lo conseguí. Eso sí, a base de soportar mucho dolor. Porque, aunque está muy de moda esto de la cesárea, no deja de ser una raja en la barriga. A mí no me quedó más remedio, pero aún hoy en día me sube la rabia cuando pienso todo lo que me perdí por la puñetera cesárea: los primeros minutos de vida de mi bebé, cuidar de ella su primera noche,…