sábado, 12 de octubre de 2013

De Stephen, con cariño

Año raro este, el más feliz de nuestra vida, pero cargado de pérdidas que ensombrecen nuestro corazón. Estoy desaparecida, mi tiempo es para mi princesa. Como digo muchas veces, ella no siempre va a querer estar a todas horas jugando conmigo, así que tengo que aprovechar,... Tiempo habrá de volver. Mientras, de vez en cuando, os dejo alguna pincelada... Esta de hoy no es de mi cosecha, son las palabras de dolor de Stephen por la pérdida de una persona importante en su vida a la que yo no tuve la suerte de conocer:

Ayer a las 9:00 abrí la página de marca.com y me encontré con el siguiente titular:

Las pulsaciones de mi corazón se me dispararon más rápido de lo que aceleraba tu coche en cualquiera de tus carreras. No me lo podía creer, tuve que leerlo varias veces para asegurarme de que lo había leído bien. En un intento estúpido por mi parte abrí la página de as.com con la esperanza de que hubiese habido algún error. Titular parecido, resultado parecido. Creo que por unos pequeños momentos el oxígeno no  llegó a mis pulmones y mi circulación sanguínea se paró. Helado, inmóvil, sin poder hacer ni pensar nada. Cuando por fin pude reaccionar lo primero que pasó por mi cabeza fue algo así como “No puede ser, es imposible” 24 horas después me sigue pareciendo mentira, un chiste macabro, una errata garrafal ¿cómo puede ser que hayas terminado así? ¿Cómo puede ser que hayas muerto por causa natural? No me lo explico, aunque no sé si mi cerebro no se lo explica o es la rabia, el dolor y la impotencia la que no me deja entenderlo.

     Hacía tiempo que habíamos perdido el contacto. Eso no quita para que el dolor al saber de tu pérdida sea grande. Yo me fui del colegio a los 14 años, aunque siempre intenté mantener el contacto con la gente que había formado una parte importante de mi vida hasta entonces. Procuraba ver a la gente por lo menos una vez al año, para así ponernos al día y no perder lo que tantos años nos habían aportado. Contigo no fue diferente, pero si es cierto que poco a poco nos fuimos distanciando. Eso sí, recuerdo perfectamente las dos últimas veces que hablamos, y cuando digo esto me refiero al hablar de verdad, viéndote cara a cara o bien oyendo tu voz y no estas cosas de hoy en día de mails, whatsapp o cualquiera de las nuevas formas de comunicación. La primera fue por teléfono, hará hace unos 10 años. Te llamé para comentarte  que estábamos organizando una quedada de antiguos compis. Te hizo mucha ilusión, corrijo ¡¡nos hizo muchísima ilusión!! Mi llamada. Lo primero que hiciste fue agradecerme que me acordara de ti y que te tuviera en cuenta. Así eras tú, ante todo agradecida y educada. “¡¡¡hombre María, como me iba a olvidar de ti!!” Estuvimos un buen rato hablando, contándonos nuestras cosas, cómo nos iba todo, cómo iban de encaminados los sueños que sabíamos el uno del otro, riéndonos recordando nuestros tiempos de críos en el cole… finalmente me dijiste que lo sentías enormemente pero no podías ir ya que ya estabas literalmente corriendo de aquí para allá. Pero, eso sí, me dijiste que repartiera besos y abrazos a doquier de tu parte. La segunda fue un día hace unos 8 años que fui al circuito del Jarama a ver unas carreras varias. Cuál fue mi sorpresa cuando en el programa vi que en una de las carreras corría alguien llamado “M. de Villota” me dio un vuelco al corazón porque tenía claro que tenías que ser tú. Tendrías que haberme visto en la grada cuando de repente me puse como un loco a animarte, la gente alrededor lo flipaba porque vieron la transformación de una persona normal en una especie de hooligan del motor. Al acabar tu carrera me acerqué lo máximo posible a la zona de boxes y cuando los guardias de seguridad me pararon les expliqué que era amigo tuyo, que te quería dar una sorpresa, que nos iba a hacer mucha ilsuión…. Supongo que por ser una carrera “menor” (quiero decir que no es la Formula 1, que ahí ya puedes ser el primo de Alonso que si no tienes pase ni de coña te dejan pasar) me dejaron pasar y cuando me viste soltaste una mezcla de grito y risa. Luego nos dimos un gran abrazo. Hablamos mínimamente porque tú tenías lío con lo de las carreras, me suena que tenías una segunda tanda más adelante. Dijimos de ver si algún día podríamos quedar y vernos más tranquilamente. Nos dimos un pequeño abrazo de despedida. Ese fue el último, esa fue la última vez que te vi, el día del que habíamos hablado por lo que fuera nunca llegó….

Da igual el tiempo que haya pasado, te tengo un gran cariño. Me siento afortunado por haberte conocido y por haber compartido un montón de cosas contigo. Te podrás haber ido, pero te aseguro que los recuerdos permanecen conmigo. Eras una chica maravillosa, alegre, optimista, luchadora, agradecida, por supuesto deportista, llena de vitalidad, inteligente y buena estudiante, una gran compañera. En fin eras una de esas personas que merecen la pena conocer y que dejan huella en las personas que te han conocido. Tengo muy claro que esto que digo lo compartirán todos los que te han conocido y tengo igual de claro que esas personas se sentirán afortunadas de haber compartido en algún momento y de alguna manera su vida contigo.

Muchos recuerdos. Lo que más nos unía era el deporte ya que no llegamos a compartir clase como tal (solo las de inglés cuando nos separaron por niveles) pero en el deporte encontramos el uno en el otro alguien igual de “chiflado” por competir. Compartimos muchas horas de entrenamientos, sobretodo de atletismo con esas series que nos metía Takel Berry y que nos obligaba ir a ritmo hombro con hombro. De lo mejor de entrenar a mediodía era que luego comíamos con los mayores y estábamos algo menos controlados y podíamos incluso elegir plato. Ahí nos sentábamos y comíamos juntos y charlábamos de lo que fuera, normalmente de baloncesto o de formula 1. De aquella no era un deporte muy seguido en España y menos por chavalines de nuestra edad, pero a mí ya me gustaban los duelos Senna-Prost y sobre todo Nigel Mansell, siendo yo británico no podía ser de otra forma!! Ahí encontraste en mí alguien con quien hablar de las carreras del fin de semana, y yo encontré en ti a alguien que me podía contar alguna cosa más de la Fórmula 1 desde dentro. Flipaste cuando te enseñé una colección de cromos super cutre que tenía de coches de Fórmula 1, y más aún cuando te enseñé uno de tu padre. Recuerdo que te di una página de recuerdo, a día de hoy sigo teniendo esa “colección” y se puede apreciar la hoja arrancada. Me produce una gran sonrisa ver esa hoja que falta.

Los dos éramos unos competidores natos, queríamos ganar siempre pero en esto teníamos una diferencia tremenda. Paradojas de la vida, yo, el británico, competía con fuego latino dentro de mí. Quería arrasar al contrario, si podía ganar de 50 puntos mejor que mejor, no paraba de dar lo máximo de mí hasta que se acaba la competición que fuera. Sin embargo tú eras la española con hielo nórdico dentro de ti. Eras mucho más elegante que yo y mucho mejor persona, no buscabas machacar o incluso humillar al rival, simplemente ganar. Con eso te bastaba, si corrías te valía con ganar por un segundo, yo sin embargo no paraba hasta intentar sacar 10 segundos al rival. Eras una ganadora nata, pero como en todo en tu vida, con mucha clase, elegancia y siempre pensando en el prójimo. Eso sí, una cosa que teníamos en común es que éramos grandes compañeros de equipo, siempre apoyando y animando a nuestros compañeros. No tengo datos para saberlo, pero seguro que si algún compañero de equipo de tu carrera profesional como piloto pudiera decirnos cómo eras como compañera diría algo parecido a lo que estoy diciendo.

  Eras muy grande María, prueba de ello es la gran cantidad de mensajes de compañeros del colegio que te han dedicado unas palabras a raíz de tu muerte, y eso a pesar de todos los años que han pasado desde nuestros tiempos en el cole. Sin duda dejaste huella en muchos de nosotros.

  Hoy me he enterado que hace un mes diste el pregón en las fiestas patronales de mi pueblo. Justamente ese fin de semana me fui a Inglaterra para hacer la presentación a la familia de la pequeña que tuve hace 8 meses, esa que me ha hecho sonreír después de entristecerme tanto, esa que ha secado mis lágrimas simplemente con abrazarme. En fin, si me llego a enterar hace 3 días que estuviste en mi pueblo dando el pregón me habría dado una rabia tremenda no haber estado, pero hoy no puedo casi ni explicar lo que siento. Me duele no haber podido aprovechar esa oportunidad para vernos, contarnos nuestras cosas de nuevo, haberte preguntado cómo te ibas encontrando, decirte que a pesar de la falta de contacto nos seguías importando a muchos y que de vez en cuando pensábamos en ti  y para habernos dado un último abrazo. Me habría encantado que fuera así y no el que nos dimos hace unos 8 años…

Me alegra enormemente que hayas disfrutado de tu corta vida haciendo algo que te llenaba. Me alegra enormemente haberte podido conocer, transmitías mucho y muy bueno. Me alegro mucho de tener 4, 5 o incluso más, buenos puñados de grandes recuerdos junto a ti. Gracias por todos esos buenos momentos. Gracias por lo que has transmitido a todo el mundo en los últimos años y especialmente en el último año. Lo que no te voy a agradecer es la prisa que te has dado por irte, maldita cabezota, siempre corriendo y buscando la vuelta rápida. Dejas mucho bueno aquí, entre otras, una casi perpetua sonrisa cargada de optimismo. Para los que no te conocieron, que sepan que esa sonrisa no es de ahora, esa sonrisa llena de luz ya la tenía María desde pequeñita. Una sonrisa preciosa y sin duda especial Te mando todos esos besos y abrazos que un día me dijiste que repartiera. Ten por seguro que todos a los que se los di hoy te los mandan a ti.


Con mucho cariño, tu compi loco de los deportes. Stephen

1 comentario:

  1. Muy emotivo Stephen. Y mas razon que un santo. Yo aun no me lo puedo creer, pero es que el perder a alguien asi, de manera inesperada, cuesta muchisimo. Lo digo por experiencia, mi hermano mayor, murio asi, en un segundo, y se fue, y es horrible!!!!

    ResponderEliminar

¡Cuenta, cuenta! Comparte tus impresiones,