Ayer mi princesa cumplió once
meses. ¡Once meses! ¡ONCE MESES! Hace un suspiro era una
ranita pequeñita con los ojos cerrados que se pasaba veinte horas al día
durmiendo y, ahora, de repente, es un terremoto de insaciable curiosidad y voraz
afán explorador. Ya está dando sus primeros pasos, come cosas como lentejas,
salmón y mandarinas con fruición, se ríe cuando nos reímos, entiende algunas de
las frases que le decimos y no para de charlotear en su lenguaje particular de
ruiditos y grititos. ¡Es una minipersonita!
Es alegre, risueña, cariñosa,…
Pero tiene su puntito de mala leche, algo que me tranquiliza bastante. Veréis,
pensé que, con lo buenina que es, a la pobre la iban a manejar como quisieran.
Pero parece que no va a ser así, tiene una peculiar y contundente manera de
expresar su disconformidad con determinadas situaciones.
Mi casa se ha convertido en una
escombrera, me paso el día sorteando montones de libros, juguetes, trapos,
cacharritos,… que ella se dedica a sacar compulsivamente de sus lugares
apropiados, rara afición. Me acuesto rendida, a veces mucho más tarde de lo que
quisiera, con la sensación de que, a pesar de no haber parado en todo el día,
aún me queda mucho por hacer. Lo de ducharse todos los días es un sueño
inalcanzable. La ropa me dura limpia unos tres minutos. He desarrollado la
peculiar habilidad de hacer un montón de labores con una sola mano (con la otra
sostengo a mi hija)… ¡SOY TAN INMENSAMENTE FELIZ!
Sí, FELIZ en mayúsculas. Porque,
como solemos decir 7ven y yo, nuestra hija nunca nos va a querer tanto como
ahora, estos momentos no vuelven, el tiempo vuela y… ¡los platos sucios pueden
esperar a mañana! Jugar con ella, dormir a su lado o simplemente mirarla, ¿puede
haber algo mejor?
Mi pequeña princesa, esta será
nuestra primera Navidad juntas. Tú no la vas a disfrutar como lo harás durante
las próximas, apenas te vas a enterar, pero para mí, gracias a tu presencia,
este año será más mágica que nunca.
Os deseo, queridos amigos, que la magia que me
acompaña este año os envuelva durante el próximo y os empuje a luchar por
cumplir vuestros sueños. Algunos, si te empeñas, se cumplen. Yo tengo la prueba
en forma de besos pegajosos y mordiscos de amor.
¡Feliz Navidad!