viernes, 27 de enero de 2012

Cosas que pasan

Pasan muchas cosas. Pasan y yo sigo asistiendo como espectadora, sin más participación que la palabra. Los martes pasan y mis ganas de guerrear siguen ahí, latiendo. Pasa la muerte, hacía tiempo que no nos visitaba por estos lugares, y yo sigo preguntándome si tanto esfuerzo le merece la pena a alguien. Y pasa la vida, eso siempre es hermoso, aunque no deja de conllevar cierto toque dramático. Pasa Calíope, pero no se queda el suficiente rato como para que pueda embarcarme en algo más allá de estas líneas.
Siguen pasando cosas, pero yo ya no siento la obligación de dejar la huella. Por una vez soy fiel a mis promesas. Me prometí ser todo lo caótica que soy también en este mundo bloguero, no imponerme deberes, no hacer de esto algo que no es. Escribir cuando tuviera algo que decir y, además, quisiera decirlo. Porque una siempre tiene algo que decir, ¿verdad? Pero no siempre las ganas de compartirlo.
No me voy. No me he ido. Solo que… solo que no me apetece.
Feliz fin de semana.

viernes, 20 de enero de 2012

Amantes - Microrrelato

Aquellos encuentros rápidos y apasionados en los que las manos ávidas atacaban las zonas más erógenas, en los que los besos eran breve preludio y el cabalgar llegaba rápido y llegaba rápido a su fin, dejaron paso a otros más pausados.
Labios que adivinaban contornos, manos suaves cargadas de algo parecido al amor, miradas sostenidas llenas de anhelos imposibles, abrazos de intermedio, abrazos de desenlace, abrazos que alargaban la despedida, la separación de los cuerpos. Deleitarse en el otro atento a los suspiros ahogados de placer, la pequeña muerte compartida, la son-risa de complicidad. Buscarse, encontrarse, saber cuándo es, cuando será.
La intimidad era tal que se tornó en naturalidad muchas veces contenida en el secreto necesario. Una mano perezosa descansando sobre la pierna  más allá del límite permitido, la palma sobre el rostro deslizándose amorosa, dar un paso para rozar los labios con un beso fugaz  y frenar a mitad de camino al ser consciente de los demás, ajenos a lo oculto.
Amantes en un mundo aparte empeñados en conservarlo, luchando contra la superposición, negándose sueños comunes, diciéndose sin palabras cuánto les gustaría que no fuera así. Amigos nada más.   

miércoles, 18 de enero de 2012

Te lo cambio por…

Un par de horas de tu vida, una entrada en tu blog, un tweet, una mención en tu muro,… ¡La Red está llena de posibilidades! ¿Todavía no has leído mi novela Lejos del Miedo? Si lo has hecho, ¿te apetece compartirla con amigos y familiares?
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lunes, 16 de enero de 2012

El tan esperado invierno

La niebla densa caía en pequeñas gotas que mojaban mi rostro al pasar, como de lágrimas que no derramé. La noche ya había caído cuando fui a despedirme por segunda vez en un mismo día. Sentí que todo estaba bien, que por fin el clima se acompasaba al ritmo lánguido de mi corazón.
Mi vida siempre ha sido una sucesión de despedidas y reencuentros, de lágrimas en el aeropuerto, tanto de tristeza como de felicidad. Una aprende a sobrellevarlo, no queda otra.
Aprendes a tener a la familia a una llamada telefónica, a abrazarlos en la distancia, a no contar con su presencia natural. Aprendes a disfrutar de las breves estampas, a cumplir años cuando te conviene y no cuando debe ser, a valerte por ti misma, a no sentir abandono o indefensión.
Ayer no lloré. Fue algo tremendamente egoísta lo que me llevó a no sentir la necesidad de desparramarme en humedades: la esperanza de que, por lo menos respecto al Señor Marqués, se trate de la última. Tampoco lloré con Malolito, y es que llevo toda una vida despidiéndome de él. Purita costumbre que no resta vacío.
Hoy tampoco lloro, que es lunes y llueve. Y la semana se presenta, cuanto menos, ocupada. No hay tiempo para las lágrimas. Sí para las sonrisas de invierno, bienvenido seas.

martes, 10 de enero de 2012

Carta de un funcionario

Con el permiso de No hay pan para tanto chorizo

Me presento: Soy médico (perdón)
Sí lo siento, me arrepiento, soy médico y por ello tengo que pedir perdón.

Pido perdón no sólo por ser médico, mi delito es aún más grave, soy médico y ¡¡funcionario!!, soy lo peor de lo peor.

Mi problema es que he estado equivocado durante mucho tiempo: Tuve que sacar buena nota en selectividad, estudiar una carrera dura, aprobar una oposición para acceder a la especialidad, completar mi formación como especialista sirviendo como mano de obra barata, y finalmente (de momento) preparar otra oposición y aprobarla para acceder a una plaza fija en la sanidad pública. Yo a esto lo he llamado durante mucho tiempo "esfuerzo", "sacrificio"..., palabras malsonantes, con connotaciones negativas hoy en día. Afortunadamente nuestros próceres y medios de comunicación ya se han encargado de sacarme del error, no es "esfuerzo", no es "sacrificio", de lo que estoy hablando es de "privilegio".

Ahora soy mucho más feliz, ¡soy un privilegiado!, pero me han dicho que pida perdón por ello, que la gente está muy susceptible con eso de que todos los meses me levante (como el que no quiere la cosa) 1153 euracos de sueldo base. Que ya quisieran muchos tener una plaza fija y que soy un afortunado.

La verdad eso de ser un "afortunado" sí que me fastidia un poco, porque hace entrever que la suerte ha tenido algo que ver en mi carrera, a mí me gusta más lo de "privilegiado". Sobre todo mis ojos hacen chiribitas de placer cuando me lo dice un ministr@ de sanidad (ponga el lector la cara ó el nombre) cuyo principal mérito ha sido escalar posiciones en un partido político, pero claro, es que eso del esfuerzo está tan demodé como la propia palabra demodé.

Yo soy buen chico y obediente, y si mis jefes y los medios de comunicación me dicen que soy un privilegiado y que tengo que pedir perdón por serlo, pues yo voy y lo pido. Y que si tengo que hacer un esfuerzo porque soy un privilegiado, pues venga que por mí no quede, que me bajen el sueldo. Y ya puestos, que si puedo trabajar dos horas más a la semana, que al fin y al cabo ¿que son dos horas cuando hay tanta gente en paro?, pues venga que vengan horas.

Lo único que me fastidia (un poco) de lo de ser un privilegiado es que ya me han dicho en el sindicato que ellos no defienden a privilegiados, pero bueno, antes de serlo tampoco hacían mucho por mí, así que tampoco los echaré de menos.

Pido perdón, pero no por ello me rindo. Estoy enamorado de mi trabajo y en ocasiones hay resquicios de luz que sirven para mantener la llama durante tiempo. Hace poco leí en un blog experiencias de médicos con pacientes (no clientes), que les habían emocionado. Todos tenemos alguna de ese tipo y es lo que hace grande a nuestra profesión, yo compartiré con vosotros una de las mías:

Hace ya unos añitos trabajaba en una Unidad de Reanimación de Cirugía Cardiaca, tuve ingresado a un paciente durante meses, la primera semana completa con una asistencia biventricular. El paciente pasó por varios episodios de shock cardiogénico, SDRA, shock séptico, etc. Cuando por fin pudo irse de alta me dio su tarjeta de visita, por detrás con letra temblorosa solo había escrita una frase:

"Gracias por hacer posible la Navidad"

jueves, 5 de enero de 2012

A ti, Gaspar, siempre fuiste mi favorito

Estaba pensando… y se me van los dedos. Pensaba en escribir un relato, pero todos se pierden en miradas a través de una ventana salpicada de la tan ansiada lluvia. Entonces he empezado a viajar por el camino del recuerdo. Recuerdo una mentira disfrazada de lección moral. Hoy ya no me engañas, hoy sé que hago bien en perpetuar la ilusión, que ya vendrá el tiempo de crecer, que hay mentiras que merecen la pena.
Recuerdo las visitas a Gaspar, y tirarle de la barba para comprobar que era real. Y preparar los juguetes ya olvidados para que él se los pudiera regalar a los niños del hospital. Recuerdo esa mezcla de felicidad desbordante y nervios agarrados al estómago la  víspera de Reyes. El salón repleto de regalos y los mismos zapatos que le tocaban a mi madre cada año, durante los años de escasez, para que nosotras pudiéramos disfrutar de esa mañana mágica. Recuerdo las preguntas incómodas, siempre fui una niña avispada, y recuerdo cerrar los ojos a la realidad porque yo quería que no fuera tal como es. Recuerdo las lágrimas de mi hermana cuando, años después, tuve que ser yo la que se los abriera, y recuerdo cómo torné esa tristeza en alegría proponiendo participar.
Aún hoy le canto: “tengo ganas, tengo ganas, de que llegue mañana, para ver ya los regalos que me traen los Reyes Magos”. Aún hoy salgo a saludar a Sus Majestades con el reflejo de la emoción de mis sobrinos en mi rostro. Aún hoy siento un rescoldo de esa magia.
Queridos Reyes Magos:
No soy buena, pero no menos que los demás. Yo solo quiero una cosa, poder llenar de magia mi hogar cada 6 de enero. ¿Será mucho pedir?

martes, 3 de enero de 2012

Otro martes a la carga

Mis promesas siguen valiendo lo mismo que siempre… Y es que ya no me puedo callar. Recuerdo, hace unos meses, que una buena amiga defendía de alguna manera (quiero suponer que no el caso real) los altos sueldos de los políticos, alegando que, quien está contento con su sueldo hace bien su trabajo.
Me agarro a este alegato para abanderar mi defensa de lo público. Yo quiero tener un personal sanitario contento, unos maestros contentos, unos policías contentos, unos bomberos contentos,… Quiero poder acceder a los servicios básicos (entendamos básicos por “esenciales”) donde se me trate con eficacia. Quiero que a mis hijos y a mis abuelos los cuiden personas que se levanten por la mañana satisfechas con su trabajo.
Está claro, a los empleados públicos no nos ganan en solidaridad, por el artículo 33, claro. Es muy incómodo levantarse cada día con los ojos apretados esperando la siguiente bofetada. Muy incómoda la sensación de inseguridad, saber que no se acaban los recortes, ajustes o como coño quieran llamarlo. Es incómodo renunciar a derechos, ver cómo tus ventajas sociales se esfuman, cómo juegan con tu pan. Al fin y al cabo yo soy una donnadie, pero, si yo vengo a trabajar con menos espíritu, ¿qué no les pasará a otros compañeros cuyo trabajo es humanamente trascendente?
De todas formas, y en esto le voy a dar la razón –por una vez y sin que sirva de precedente- a mi padre: no sabemos valorar lo público. Cuando algo es “gratis” o no tiene consecuencias penosas, no le damos el mismo valor. Igual es hora de dar el valor de lo primordial a los servicios públicos, de levantarnos y defender el desarrollo de nuestra comunidad, algo que debe comenzar por la defensa, promoción y exigencia de calidad en la educación. Eduquémonos. Eduquemos. Dejémonos educar.
Hay cosas que deberían ser un derecho, no un privilegio.

lunes, 2 de enero de 2012

El contador a cero

¡Buenos días!
Sí, y es que hoy el día ha empezado muy pronto. Toca volver al curro e intentar ponerse al día en el menor tiempo posible, aunque tal y como están las cosas ni ganas quedan. Pero bueno, yo seguiré tratando de desbordar optimismo. Eso sí, con el hacha preparada, por si hay que ponerse en pie de guerra. Que una es alegre, pero no tonta del bote. O no tanto.
El 2012 se presenta… difícil. Por una parte, menos dineritos a fin de mes. Por otra, más horas de trabajo. Eso, en principio, no sería un problema, porque ya las echo cuando hace falta, pero, señores, ¡esto es un engaño! Una bajada de sueldo en toda regla, cuando nos juraron y perjuraron que no sucedería. ¿Alguien se lo creyó? Lo de los recortes sociales por ahora me lo salto.
De todas formas, este año me no deja de ilusionarme. Tengo un par de proyectos en perspectiva que espero poder llevar a cabo con éxito. Para uno de ellos espero contar con vuestra ayuda, por ahora no os adelanto más.
¿Resumen del 2011? Las aguas vuelven a su cauce, y eso siempre es una gran noticia. El año ha tenido sus más y sus menos, pero ¿qué año no los tiene? Estoy contenta de que se haya acabado, es como cerrar un ciclo, como volver a empezar, esta vez con buen pie.
¿Propósitos para el 2012? Eso es lo que quiero que me contéis… ¡A mojarse toca!